Cada día, vemos la presentación de nuevos juguetitos tecnológicos en nuestros templos de consumo y en prensa. Occidente consume aparatejos que caducan a un ritmo endemoniado, empujando de nuevo a sus usuarios a ir a por más y más: móviles, televisores, ordenadores y componentes, equipos de sonido, televisores, cámaras de fotos... Una espiral de consumo sin final, sin una mejora clara en la vida de los usuarios, ocupa nuestro día a día y se establece como una rutina más, automática, vacía, irreflexiva, a veces compulsiva. Sin diferencias de sexo, culturales o de edad, somos víctimas y victimarios de esta carrera sin piedad. Tener el último gadget nos convierte en la persona más in de la oficina, o en el tío más chulo de la clase. Sin embargo, en este sueño opulento y autocomplaciente que vive el mundo occidental, pocas veces nos hemos preguntado de dónde vienen antes de adquirirlos, y a dónde van después de infrautilizarlos. En los siguientes post vamos a ir viendo algunos de estos planteamientos. alfonsovazquez.com ciberantropólogo