La Huerta Ecológica de Modesto Lafuente, 49

Por Tutetuan14

Me encantan las sorpresas. Me gustan de cualquier tipo: en forma de cajita envuelta con lazo en una fecha concreta, o ésas con las que te topas  en momentos insólitos, como cuando vuelves del baño,  en pijama y a punto de meterte en la cama, y alguien te ha dejado un detalle sorpresa sobre la mesilla de noche o sobre la almohada . Me gustan las llamadas inesperadas de alguna amiga olvidadiza y olvidada que hace tiempo que no esperabas y la alegre sorpresa de que algo que pensabas que ya no tenía solución, encuentra una solución mágica.

Otro tipo de sorpresa me la llevé hace unos días cogiendo un atajo. Y es que merodeando, cambiando de camino y optando por una callecita alternativa de camino de El Corte Inglés, me topé en Modesto Lafuente 49 con una pequeña tienda ecológica de barrio llamada La Huerta Ecológica. A esas horas, ya cansada y sin merienda aún para los niños, la caja de manzanas que vislumbré desde el escaparate me pareció un tesoro. ¡Ya tenía la merienda! ¡Manzanas de la huerta!  Y además había naranjas, mandarinas (“ponme medio kilo, por favor, y seis manzanas Golden que ésas sí se las van a poder comer con piel”). Así que picoteé de algo para probar y triunfé en casa porque todo estaba riquísimo. A ver si cuando vuelva otro día me passa lo mismo con los tomates y os cuento. También tenían berenjenas, y acelgas, y patatas, y cebollas, y limones para los flanes de limón con nata que hago, que cuando los echo la cáscara a macerar y sé que no es ecológica y lleva sus cosillas, miedo me da pensar que luego nos lo comemos, que yo soy de pueblo y sé de dónde vienen las cosas. Nada como verdura y fruta sin pesticidas, como las del huerto de mis padres y de mis abuelos cuando vivían.

Muy bien de precio y nada abusivo lo de esta “huerta” de barrio, por cierto, y una chica muy maja vendiendo. Y es que, no nos damos cuenta, pero no hay mejor snack para nosotros y los niños que una pieza de fruta fresca y ecológica, como deberían ser todas las frutas de España o muchas más de las que son. Mala fama tienen por precio pero en El Corte Inglés, de donde venía yo, la fruta de Carabaña, convencional, o sea con fus fus pero rica, que vende un señor con mono en un puesto, costaba lo mismo que en esta tiendecita la fruta rica, ecológica y sin pesticidas. Y he de decir que el kilo estaba igual o casi igual que en el chino de bajo casa. Así que, aunque no siempre, algo eco me lo compro y se lo compro a los niños en vez de sobres de cromos de esos que olvidan apenas abren.