El resultado ha sido de un millón de muertos, cuatro millones de heridos y cincode refugiados; la caída del poder en manos de pequeños grupos violentos armados por los mismos imperialistas que dicen combatirlos; la destrucción total de una sociedad con identidad propia, de un país entero que ya no tiene recursos sanitarios, ni instituciones de gobierno, ni orden, ni maestros, ni relaciones exteriores; niños nacidos con malformaciones, sin vacunas y sin escuelas; familias destrozadas; integrismo, anarquía, terrorismo y desestabilización de la región medioriental. Pero…, de las armas de destrucción masiva jamás se supo, aunque en España si sufrimos una el 11M, en venganza.
El fuego arrasando la biblioteca de Bagdad en 2003 y el saqueo del Museo Arqueológico nos dieron escalofríos, millones de tomos, miles de incunables de contenido irrecuperable, un horror para la cultura mundial. Hoy, el Palacio de Ashurnasirpal en Nimrud, el daño no es solo para los iraquíes, la civilización mediterránea es la madre de medio mundo. Todos perdemos. Para hacer desaparecer a un pueblo basta con destruir su cultura. Iraq ya no se puede reconstruir, tendría que renacer, si le dejan las injerencias foráneas.