Después de un tiempo dando bandazos tecnológicos por las redes sociales, puedo decir que me he ido adaptando a las mismas y a día de hoy, me dá da lo mismo “planchar un huevo, que freir freír una camisa”. O dicho de otra manera, me es indiferente entablar una conversación en un entorno 2.0 desde el sofá de mi casa, que reunirme a tomar un café con mis followers detrás de una mesa en la mayor red social que hay en España, los bares. Cuando yo comencé a moverme por las redes, pensaba que aquello era un submundo para “frikis” apartado de la realidad, donde la comunicación fluía únicamente por un canal cargado de caracteres. Pero con el tiempo, entendí que las relaciones que adquieres en un mundo virtual u online generan unos lazos de unión en el entorno 1.0 que nunca podría llegar a imaginar. Durante mucho tiempo estuve escuchando aquello de “la humanización de las redes sociales”, pero no llegué a captar el concepto hasta que no descubrí por ejemplo, que para ser persona detrás de una máquina, debes serlo primero en tu quehacer diario…Porque el que es cafre en su día a día, terminará siendo un cafre en las redes, con una pequeña diferencia: que mientras en la calle te arriesgas a llevarte un par de leches, en estas plataformas te arriesgas a llevarte unos cuantos RT´s. Durante mucho tiempo Yo era de los que pensaban que las redes eran un símil al del camarote de los hermanos Marx, donde todo el mundo tenía cabida, pero cuya relación se quedaba estancada ...