El Papa Benedicto XVI no se 'dejará intimidar por las mezquinas habladurías de la opinión dominante.' Así lo aseguró él mismo durante la misa oficiada el pasado 28 de marzo, domingo de Ramos. Muchos leen en esta frase una respuesta por parte del pontífice a aquellos que le acusan de haber ocultado casos de abuso infantil en el seno de la Iglesia. Enérgica contra las acusaciones se está mostrando la Santa Sede: en los últimos días relevantes autoridades de la institución han denunciado la persecución de la que se consideran víctimas, después de que se hicieran públicos diversos escándalos de abusos contra niños cometidos por religiosos.
Ya el pasado 13 de marzo, Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede apuntaba a una 'innoble campaña' contra Ratzinger. 'Es claro que hubo quien buscó, con un cierto encarnizamiento, elementos para involucrar personalmente al Santo Padre' en los casos de pedofilia del coro de Ratisbona, advirtió. El cardenal de Austria, Christoph Schoenborn, aseguró en una entrevista con la televisión de su país el pasado 28 de marzo, que Joseph Ratzinger quiso investigar las denuncias de abusos durante los años noventa. El austríaco culpó al anterior Papa Juan Pablo II de haber impedido las pesquisas de su sucesor.
'Nadie ha hecho más contra la pedofilia que Ratzinger'. Esta lanza la rompió otro relevante prelado, el arzobispo de Wetminster, Vincent Nichols, ante la BBC el pasado domingo. Nichols subrayó los méritos de Ratzinger, destacando que siendo cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, modificó el Derecho Canónico, para luchar contra el abuso infantil en el seno de la Iglesia: introdujo los delitos cometidos a través de Internet y amplió los delitos de abusos contra niños de hasta 18 años, entre otras medidas.
El Vaticano no solo protege verbalmente a su líder. Pide asistencia espiritual para preservar al pontífice: el cardenal vicario para el estado de la Ciudad del Vaticano, Angelo Comastri, solicitó el pasado domingo a los fieles que sus plegarias y rosarios fuesen dedicados a Benedicto XVI 'en este difícil momento'.
Los casosLa semana pasada el New York Times revelaba información sobre dos casos que involucrarían a Benedicto XVI en el encubrimiento de dos curas pedófilos. Por un lado, en 1980, cuando era arzobispo de Munich Benedicto XVI habría sabido del traslado a otra parroquia del sacerdote Peter Hullermann, acusado de abuso sexual a niños. El religioso, enviado a terapia para ser tratado por sus impulsos pedófilos, volvió al trabajo pastoral poco después de empezar con su tratamiento. Basándose en fuentes eclesiásticas, el periódico estadounidense acusa al Papa de encubrir el caso, y no impedir que el sacerdote pedófilo volviera a tener acceso a otras parroquias, donde siguió sumando denuncias, hasta que en 1986, fue condenado a 18 meses de prisión por abuso de menores. Hasta el pasado 16 de marzo, nadie alejó a Hullerman, que actualmente tiene 62 años, de sus actividades. Aún conserva la condición de sacerdote.
El portavoz Lombardi, ha negado ya con vehemencia estas acusaciones.
El prelado deriva la responsabilidad hacia el segundo de Ratzinger en esa época, Gerhard Gruber, quien según Lombardi se ocupó del asunto ignorando las indicaciones de Ratzinger de apartar al religioso de la actividad pastoral.
No se agotan aquí los escándalos. Ya como responsable del organismo guardián de la Doctrina Católica, Ratzinguer habría encubierto, según el New York Times, los delitos perpetrados por el sacerdote norteamericano Lawrence Murphy, quien abusó de 200 niños sordos, en una escuela de Wisconsin entre 1959 y 1974. Ante los hechos, el padre Murphy fue trasladado en secreto a otra diócesis del mismo estado, manteniendo el acceso a chicos. En 1996, el arzobispo de aquella diócesis, Rembert G. Weakland, envió dos cartas al por entonces cardenal Ratzinger, para informarle de la situación, pero no obtuvo respuesta. El segundo del cardenal en aquel momento, Tarcisio Bertone, inició un secreto juicio canónico que podía haber derivado en la expulsión de Murphy. Una carta de arrepentimiento por parte del acusado bastó para que el proceso se detuviera. Murphy pudo pasar el resto de su vida -murió en 1998- rodeado de chicos.
Por último, aún no se ha olvidado la oleada de escándalos en el país natal del Papa: los últimos meses se hicieron públicos los casos de abusos sexuales y maltrato de menores que fueron perpetrados durante décadas en instituciones católicas alemanas. La oleada alcanzó al famoso coro de niños de Ratisbona, dirigido durante más de 30 años por Georg Ratzinger, hermano del pontífice.
Las respuestas
La Iglesia se ha visto forzada a reaccionar ante los escándalos más visibles. Esto se aplica en el caso irlandés. El pasado 19 de marzo, el Papa envió una carta pastoral a los fieles irlandeses en respuesta a los generalizados casos de abusos infantiles que tuvieron lugar en aquel país de arraigada tradición católica. En ella dijo sentirse 'profundamente consternado' y afirmó compartir 'la desazón y el sentimiento de traición que muchos de vosotros experimentaron al enterarse de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia en Irlanda'.
En México no ha sido el Vaticano si no los Legionarios de Cristo quienes se han visto forzados a reconocer los abusos y delitos de su fundador, el sacerdote Marcial Maciel Degollado. Tras décadas negando las acusaciones y culpabilizando a las víctimas, el febrero pasado publicaron una carta en la que pedían perdón por los abusos perpetrados por el padre Maciel. Éste había sido ya apartado de cualquier ministerio público, e invitado a dedicarse a la oración y la penitencia dos años antes de su muerte, en 2008. Las razones no se hicieron públicas, pero apuntaban claramente a las denuncias de abuso sexual que pesaban sobre su persona. La Iglesia tardó décadas en actuar. Ya en los años 50, Maciel fue procesado por abuso, y absuelto en un procesos dudoso.
Las víctimas no se dan por satisfechas, temen que la carta se limite a apuntar a un hombre ya muerto con el fin de preservar a la Legión de la sospecha de que mantiene las mismas prácticas sustentadas en una estructura de abusos bien sedimentada.
Argentina
Si bien no han aflorado amplias tramas de abusos a menores en las estructuras católicas argentinas, el país no se ha librado ni de la existencia de curas pedófilos, ni del oscurantismo e impunidad con los que se abordan estos casos.
La historia más activa la protagoniza el sacerdote Julio César Grassi, en libertad, pese a una condena de 15 años de prisión (aún no en firme) por haber abusado sexualmente de un niño de 13 años. En realidad había otros dos niños que declararon haber sufrido abusos por parte del religioso que lideraba la Fundación 'Felices los niños'. Sus acusaciones fueron desestimadas por los jueces.
Así, tras más de seis años de un juicio plagado de irregularidades y presiones sobre denunciantes y testigos, Grassi sigue oficiando misa y no ha abandonado sus actividades públicas. Lo que es más grave, puede seguir visitando la Fundación y tener acceso a los jóvenes con una sola condición: que alguien de su elección le acompañe. La medida parece insuficiente para proteger a los chicos. Al menos eso piensan en el Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del niño (Casacidn) que ha llevado el caso al comité de derechos del niño de América Latina.
No es el único caso: Edgardo Storni, ex arzobispo de Santa Fe fue condenado a ocho años de prisión, el pasado diciembre, casi dos décadas después de haber cometido abusos contra un seminarista adulto, pero también contra víctimas menores de edad. Estos últimos casos no fueron investigados, o acabaron prescribiendo. Lo más probable es que debido a su avanzada edad, la condena a prisión se convierta en arresto domiciliario.
Tirando piedras
Un día después de que se hiciera pública su carta a Irlanda, el Papa advertía: 'quien esté libre de culpa que tire la primera piedra'. La iniciativa de Internet 'Lapidemos el Vaticano' ha seguido el consejo, y lanzan simbólicamente piedras a la institución. Pero hay otras lapidaciones posibles que ocupan y preocupan a la Iglesia ahora mismo.
El Vaticano se volvió perseguible: por primera vez las cortes federales de Oregon y Kentucky barajaron llevar al Vaticano al banquillo de los imputados. Este objetivo se fundamenta sobre la idea de que 'todos los sacerdotes son empleados del Vaticano, y por lo tanto en última instancia debe responder de sus acciones el Papa'.
En otro país de fuerte tradición católica, España, la página web iglesiasinabusos.com centralizaba las denuncias de aquellas personas víctimas de abusos en el país, y animaba a todos aquellos que hubiesen sufrido esta violencia a alzar la voz. Sus precursores denuncian que ha vuelto imposible acceder a ella. El grupo está formado por catequistas que denunciaron a un cura de Madrid, Rafael Sanz, por abusos sexuales a un menor. El sacerdote fue condenado a dos años de cárcel y a pagar 30.000 euros a la víctima. El colectivo pidió también responsabilidades al arzobispo madrileño y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, quien, según la sentencia judicial que condenaba a Sanz, 'conocía los hechos y los ocultó'.
La incidencia de la pedofilia entre los sacerdotes ha puesto de nuevo el tema del celibato en el centro del debate. Algunos se preguntan si la abstinencia forzada no conlleva a una perversión del deseo sexual. El mismo arzobispo de Milán, Carlo Maria Martino, apuntó a replantear la institución del celibato en la Iglesia, aunque más adelante matizase sus palabras. Algunos expertos consultados por el periódico español El País, apuntan a una causalidad inversa: la iglesia es un buen refugio para aquellos con inclinaciones pedófilas. De hecho está demostrado que los pedófilos escogen los trabajos donde más cerca puedan estar de los niños, y el sacerdocio es uno de ellos. Además por lo observado hasta ahora, ejercer la pedofilia desde la Iglesia ofrece un plus de impunidad a tener en cuenta.
Por Sara Babiker
Artemisa Noticias