A pesar de nadar contracorriente tengo que alabar la postura de la iglesia católica condenando sin paliativos los abusos pederastas que se han dado en su seno: en diócesis de Irlanda, EEUU, Alemania, etc y los que hasta ahora no han aparecido en España, Estos abusos se habían ocultado, acallado y abandonado a una inmoral impunidad apoyada por la jerarquía eclesial y en algunos casos incluso por la civil.
Ya se ha dado un cambio radical en la iglesia a este respecto imponiéndose una política de total colaboración con la justicia y transparencia.
"El informe [sobre pederastia en la iglesia] que data de 1994, realizado entre adultos de entre 18 y 60 años, arroja que el 15% de los chicos y el 23% de las chicas sufrieron algún tipo de violencia sexual en su infancia. De ese 23% femenino, el 1% fue cometido por la Iglesia mientras que en el caso del 15% masculino, el 9% fue el clero abusador. Es decir, el estudio afectaba entonces a los que fueron niños de la República y del Franquismo cuando proliferaban los internados y el contexto era más favorecedor. Datos para España en un informe de 1994". Vía El Mundo.
En este momento muchas personas que fueron objeto de abuso en su infancia se levantan pidiendo no solo responsabilidades morales y éticas, que sin duda existen, sino económicas por el daño ocasionado. La iglesia deberá afrontar esta penitencia derivada de décadas de negación y ocultación.
En este sentido la responsabilidad del papa Benedicto XVI es digna de reseñar y poner de manifiesto, a su manera, como también lo fue Juan Pablo II, es un Papa revolucionario que afronta cara a cara este problema sin temblarle la mano para reconocer un pasado oscuro y tenebroso.
También hay quien aprovecha todo este caudal de reconocimiento de culpas y penas para atacar sin parada a la iglesia católica, para hacerle perder parte de su credibilidad o, incluso, influencia moral sobre sus acólitos. Es una forma de tomar el rábano por las hojas, la iglesia en sus dos mil años de vida tiene dos mil razones para haber perdido parte de su influencia moral y otras dos mil para recuperarla de nuevo. Me suena que en muchos casos estos acosos y estas circunstancias tiene más que ver con intereses particulares que con la realidad que se sustancia: la pederastia.
Aún así no le arriendo ganancias a la iglesia, en la que estoy bautizado y, presumiblemente, pertenezco, una vez dado el paso adelante reconociendo la culpa ahora se ha de responsabilizar de todos los condignos aunque eso suponga un problema social o incluso económico. Pero a ojos de todos recuperará un universo entero de reconocimiento y postura moral como el que en estas líneas pretendo realzar.
Hay quienes ven en el celibato obligado de los sacerdotes parte de este problema. Puede que como cualquier renuncia de tipo sexual pueda crear algún tipo de trauma o desviación sexual delictiva, como en este caso, pero también es cierto que ese voto, el de castidad, puede que fuera de entre los votos de los sacerdotes el que más costaba cumplir. En román paladino que quien más y quien menos de entre los clérigos, tenía "sobrinas," "sobrinos," "ayudantes" y otras figuras más o menos barraganas que satisfacían desde antaño en la quietud y discrección la dificultad para cumplir el voto. Lo que creo es que el celibato pudiera resolver en parte esta situación pero los pederastas, pedófilos criminales y abusadores, tienen en su propio ser el veneno de su delito y pecado. y no solo en la "obligación" soslayable del voto. Por otro lado el daño viene dado más que por el número de sacerdotes pederastas, que es pequeño y probablemente comparable al resto de la población (4%), por el acceso a los más jóvenes en la educación, en la formación cristiana, en la confianza de sus padres y tutores.
Yo que de natural me considero bastante crítico con la iglesia católica en este caso tengo que aplaudir la decisión de claridad y caridad con los abusados, que está siendo acogida con agrado entre muchos pero también por otros frotándose las manos para atacar con saña gibelina y convertir la gran importancia de este abuso una causa general contra la iglesia a la que, sin duda, por sus obras en educación, sanidad, cuidado de ancianos y desfavorecidos, los conoceremos más que por estos abusadores que nunca merecieron portar el alzacuellos y que solo una comprensión mal entendida, y ahora extinguida, les permitió seguir actuando de esa forma repugnante.
En estos casos y tras las décadas de ignominia es mejor un "más vale tarde" que un "nunca". Puede servir para medir a las sociedades mundiales en relación con una iglesia de 2000 años de antigüedad y experiencia sobrada en conspiraciones e inquinas frente a las que siempre se ha cerrado. La sociedad también habrá de sacudirse esa pereza, esa presión o esa verguenza para señalar sin duda a los abusadores por muy sacerdotes que sean porque ellos y no los niños son los culpables aunque ahora al denunciar se reviva la verguenza y el trauma de aquellos días oscuros.
También es la forma de actuar de la iglesia frente a un problema contemporáneo y perentorio al cual el tiempo por si mismo no solucionará y que puede ser el inicio de una postura de mayor apertura, claridad y transparencia.
Iglesias, responsabilidades y futuros en Recuerdos del día de mañana.
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Nota última: la comparación de la crítica a las décadas de apoyo y opacidad frente a este problema en la iglesia con un acoso antisemita no solo está fuera de lugar sino que es de una pésima memoria porque también, y habría que apuntarlo en el "debe" de la iglesia, muchos de sus miembros tuvieron una participación activa no solo en la Alemania de Hitler y países ocupados sino en otros muchos lugares donde las dictaduras se convirtieron en sangrías.
Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.