Con la llegada del Papa Benedicto XVI a España, hemos querido dedicar este post especialmente a la gran secta en la que se ha convertido la Iglesia Católica. Y cuando decimos esto no nos referimos a la religión en sí, sino más bien a la gran institución empresarial que hay detrás de todo esto.
En la actualidad la Iglesia católica apostólica es la más grande del mundo, teniendo así un total del 17, 40% de la población mundial de adeptos.
Esta Iglesia tiene su sede central en Roma, la cual está representada por el Papa, y decimos representada, porque al igual que en la política, el representante tan sólo es el portavoz de todos los que hay detrás.
La religión católica es la que supuestamente se encarga de expandir el mensaje de Jesucristo mediante una serie de sacramentos y mandamientos. Pero realmente si la comparamos con lo que realmente Jesús hacía no tiene mucho que ver, en primer lugar él era una persona que se dedicaba a ir por el mundo predicando sin pedir nada a cambio, por lo contrario la institución de la Iglesia en cada población consta mínimamente de una sitio de culto, pero que cada vez que asistes a alguno de sus rituales (misas), tienes que pagar, la voluntad eso sí, pero ya tienes que rascarte el bolsillo, sin dejar indiferentes a los rituales especiales (como puede ser el bautizo, la comunión…), que entonces ya no es tanto la voluntad la que tienes que pagar. En segundo lugar, Jesús en todo momento compartía lo poco que tenía, por lo contrario la Institución de la Iglesia sabiendo que en África hay millones de personas pasando hambre, se dedica a gastar muchísimo dinero en hacer un encuentro del Papa con la juventud, precisamente en España, un país donde los jóvenes cada día creen menos, como si de una estrategia de márquetin se tratara. En tercer lugar Jesús quería a cada uno de los seres vivos, en cambio la institución de la Iglesia cuando la mayoría de colegios eran de esta, a la más mínima los curas les pegaban a los niños, fomentando así los malos tratos.
Desde los inicios de esta religión que iba pasando de generación en generación iba inculcando los “valores” y la “educación” de esta, pero menos mal que en pleno siglo XXI se va perdiendo esta “tradición” y hoy en día cada uno puede elegir en que quiere creer.