1. ¿Está aprovechando la Iglesia convenientemente los recursos comunicativos proporcionados por las tecnologías cibernéticas de la comunicación?
2. ¿Qué debería hacer la Iglesia para comunicar mejor? ¿Es la comunicación 2.0 una oportunidad para la Iglesia–descentralización de la información, inmediatez, interactividad con el usuario...–?
3. ¿Las herramientas de comunicación institucional de la Iglesia deben ser equiparables a las de otras instituciones –empresas, partidos políticos, equipos de fútbol, organizaciones no gubernamentales, etc.–? ¿Qué ocurre en el caso de la comunicación 2.0?
Resumen de las respuestas de Francisco Rubiales:
1.- La iglesia está aprovechando poco y mal las nuevas herramientas de comunicación, despreciando así un instrumento de gran eficacia pastoral y formativo.
2.- La Iglesia, antes de asumir el gran reto de usar las nuevas tecnologías en la evangelización, debe cambiar su concepción de la fe y asumir que ser cristiano significa, sobre todo, cambiar el mundo y construirlo sobre pilares como la justicia y la dignidad humana. Si la misma Iglesia no cree en esa concepción del Evangelio, es normal que su relación con las nuevas tecnologías sea tibia y poco eficaz.
Para comunicar mejor, lo primero que debería hacer la Iglesia es acercarse al verdadero mensaje de Cristo y asumir que el mandato del redentor no solo consiste en tener fe y ser un cristiano practicante y fiel a la Iglesia, sino que incluye, como primer deber, luchar por un mundo mejor y completar la obra creadora de Dios, convirtiendo el mundo en un lugar mas justo y decente. Si la Iglesia cree solo que ser cristiano es ser fiel a la Iglesia y recibir los sacramentos, entonces la necesidad de las TIC es menor y no crucial.
La Iglesia tiene que modernizarse y creer en la comunicación. Ni siquiera ha sido capaz de unificar su discurso y si se analizan sus mensajes, el desorden es terrible y la pérdida de eficacia, a pesar de disponer de miles de púlpitos y de autoridad moral reconocida, es inmensa. La iglesia, desde la optica de la comunicación, se parece mas al Ejército de Pancho Villa que a una falange movida por el ardor del amor y la fe.
La Iglesia está dirigida por sacerdotes y obispos, en su mayoría de edad avanzada, ajenos a las tecnología de la información y la comunicación y adictos a las viejas vías y recursos pastorales. Los jóvenes que están dentro de la Iglesia carecen de poder suficiente para influir y transformar.
Una vez reconducida su concepción de la fe y asumido con acierto y verdad el mensaje de Cristo, entonces surge por si sola la necesidad de utilizar toda la potencia mediática para transformar el mundo. A la iglesia no le falta sentido de la comunicación, sino verdadera fe. Si asumiera que el mundo debe ser transformado por los cristianos y que el mensaje de Cristo implica el establecimiento en la Tierra del reino del amor y de los grandes valores, entonces toda la Iglesia acudiría a las TIC para alcanzar esos objetivos.
Si hoy es ajena a las TIC, es porque la Iglesia está dormida, envejecida, semiapagada y se conforma con los pocos miles de ancianos que llenan sus templos, mientras los jóvenes permanecen fuera y los cristianos influyen poco en el gran debate de la nación y participan poco en el gran desafío de la transformación del mundo.
3.- Los recursos de una Iglesia misionera y evangelizadora deben ser, sencillamente, todos los posibles, sin excepción. La naturaleza de la fe exige que el cristiano, convertido en un luchador, utilice todas las armas posibles y eso incluye, de manera especial, las tecnologías mas modernas y eficaces para comunicar, convencer, transformar y construir una sociedad mejor y para que el bien se expanda y logre imponerse.
Repito que lo que le falta a la Iglesia no es capacidad de comunicar, sino capacidad de creer. Si creyera de verdad en Cristo, la comunicación sería poderosa, eficaz, incendiada por el amor y por el espíritu evangelizador. Pero la Iglesia es un cadáver y los cadáveres difícilmente comunican.