La iglesia rusa y Putin, aliados para recuperar la grandeza rusa y en la lucha contra los que asesinan a los cristianos

Publicado el 13 octubre 2015 por Franky
Vladimir Putin, con la ayuda de la Iglesia ortodoxa rusa, que cada día gana más influencia en la Rusia actual, ha declarado la guerra a los asesinos de cristianos y se presenta ante el mundo como un defensor de la fe y de las raíces cristianas de Rusia, de Europa y de la cultura occidental. La actitud de Putin, cuyo liderazgo en Rusia es cada día mas sólido, pretende recuperar la vieja grandeza rusa y los valores perdidos, una actitud que contrasta con la desidia o cobardía de los países occidentales en la defensa de su cultura y religión, amenazadas por el islamismo extremista y por el dinero de Arabia Saudí y otros países ricos árabes, financiadores de la expansión del Islam. --- La poderosa intervención militar en Siria contra el Estado Islámico, la incorporación de Crimea al territorio ruso, el apoyo a los pro rusos del este de Ucrania y la dureza de la política rusa frente a la inmigración musulmana son síntomas claros del esfuerzo ruso por resucitar y de la fortaleza de la alianza entre Vladimir Putin y la iglesia ortodoxa, orientada a recuperar los viejos valores y las raíces cristianas y a devolver a Rusia su condición de gran potencia mundial, opuesta a la decadencia que representan Estados Unidos y la Unión Europea.

El jefe de Relaciones Eclesiásticas Exteriores, el Metropolitana Illarion, de la iglesia ortodoxa rusa, ha dicho que cada cinco minutos un cristiano está muriendo por su fe en alguna parte del mundo, especificando que él estaba hablando de países como Irak, Egipto, Pakistán y la India. El clérigo pidió a Putin que la protección de los cristianos fuera una de las directrices de su política exterior en el futuro.

“Así será, sin duda”, respondió Putin.

El Patriarca ruso Kirill incluso escribió una apasionada carta a Obama, implorándole que dejara de apadrinar a los asesinos de los cristianos. El patriarca dijo: “Estoy profundamente convencido de que los países que pertenecen a la civilización cristiana tienen una responsabilidad especial por el destino de los cristianos en el Medio Oriente” aunque añadió estar seguro de que la carta terminó en una papelera del Despacho Oval. “¿Después de todo, no dejó claro Obama que Estados Unidos ya no es una nación cristiana?”

Vladimir Putin está decidido a devolver a Rusia su condición de gran potencia mundial y a convertirse en la alternativa de poder mundial a los Estados Unidos. Desde que asumió el poder, Putin ha patrocinado una política de desarrollo tecnológico en el sector armamentístico, que ha logrado claros éxitos en el desarrollo de armas punteras y en el diseño de aviones, carros de combate y misiles avanzados.

En su impulso de la resurrección de Rusia, Putin cuida la imagen internacional de Rusia y las ideas que sostienen su "revolución", entre las que destacan la fortaleza moral de la sociedad, con leyes que apoyan a la familia, a los ancianos y a la recuperación de los valores y la fe, consciente de que esas son, precisamente, las carencias de los países occidentales, entregados a la decadencia y protagonistas de una gran caída de los valores tradicionales y de la religiosidad.

Los asesores de Putin, que se nutren del pensamiento de numerosos e influyentes think tank rusos dedicados a estudiar profundamente la resurrección de Rusia como potencia en todos los ámbitos, saben que la vieja Unión Soviética perdió la Guerra Fría y desapareció porque no cuidó su imagen y porque representaba frente a Occidente, la esclavitud y el totalitarismo, mientras que el rostro occidental era democrático y libre.

En la nueva confrontación con los países occidentales, Rusia aparece rearmada, no solo militarmente, sino también moral e ideológicamente, adoptando el papel de defensora de los valores y raíces cristianas y de viejas tradiciones perdidas, como la honradez, la fuerza de la familia y la fortaleza moral.

Putin no otorga demasiada importancia a su imagen autoritaria y a lo que algunos consideran como escasez democrática en su sistema. Él cree que el pueblo ruso, antes que la democracia ha valorado siempre un liderazgo fuerte al frente del Estado. Pero pone el énfasis de su mandato en la recuperación y está inyectando a los rusos, muy desanimados tras la caída del Muro de Berlín en 1989, un nuevo espíritu de orgullo y empuje, que se traduce, poco a poco, en una mayor productividad y deseo de sacar adelante la nación rusa, mientras combate a las antiguas mafias, fortalece el orden público, la recuperación de los valores y la entereza frente a la amenaza de la inmigración.

En sus conversaciones con los mas cercanos, Putin repite que Occidente entero está enfermo y que la desidia y cobardía frente a la inmigración, sobre todo la musulmana, que llega sin deseos de integrarse y con la arrogancia de los conquistadores, conduce a la debilidad y hasta a la desaparición de Occidente como zona hegemónica del mundo.