La ilógica de la lógica femenina

Por Roales

Hola a todos!

Antes de nada, quiero aprovechar para daros las gracias por todas las visitas que estoy recibiendo en 2016, aún no me habéis mandado a casa el yate que os pedí, ni los diamantes; pero confío en recibirlos pronto como agradecimiento a mi gran labor y sacrificio en este blog.

Otra novedad es que he comprado el dominio a los usureros de WordPress, que además de ganar dinero a través de la publicidad que aparece en mi blog, también me ha cobrado por no mostrar mis datos de contactos a cualquiera que pase por aquí. Muy majos, sí señor.

Dicho esto, y entrando ya en la materia; en esta entrada voy a recoger algunos de los hechos más ilógicos que las mujeres llevamos a cabo a diario porque nosotras podemos. (Aprovecho para decir que me parece muy bien que una diputada se llevara a su hijo al Congreso para recordarles que querer aumentar la natalidad y no hacer nada por la conciliación familiar son ideas un poquito contradictorias; a menos que su idea de aumentar la natalidad pase por dejarnos a las mujeres en casa a lo chacha cuidadora de bebés).

Las mujeres somos complejas, al menos la mayoría. Tenemos esos razonamiento tan característicos de nuestro género, que se proyectan en la mayoría de los ámbitos de nuestra vida. Por ejemplo, tu pareja o el chico o la chica que te gusta sube una foto a alguna red social, ¿y qué es lo primero que hacemos? Muy fácil, analizamos todos los Me gusta y comentarios, seleccionamos los que supongan verdadera competencia, cotilleamos su perfil y nos quedamos a la espera de la reacción de nuestro amorcito a los comentarios de guap@. Pero no le damos a Me gusta, porque una ante todo tiene dignidad.

Las reglas sobre el ligue son algo patriarcales en nuestra sociedad, se sigue prefiriendo que sea el hombre quien dé el paso, ya que existe la creencia popular que si se lo pones muy fácil, pierden el interés. Cosa que es cierta por otra parte, pero que yo creo que se debe más a que les cuesta mantener el interés en algo más de dos horas. Por eso los partidos de casi cualquier deporte duran menos de ese tiempo. Pero cuando queremos que nos liguen, las mujeres acudimos a ese ligue pasivo donde nosotras vamos dirigiendo la situación sin que se den cuenta. Es ahí donde entra un conjunto de tácticas, que no voy a desvelar por razones obvias, pero que cuando salen bien, provocan en nuestro rostro la siguiente expresión cuando recibimos un mensaje tras haber pasado de contestarle en horas anteriores:

La amistad tampoco escapa a nuestro extraño comportamiento, sobre todo en las falsamigas. Entre las mujeres existe una alta competencia y una falta de apoyo a medida que cumplimos años. Para empezar todas queremos ser la reina del baile, porque todos quieren a la reina del baile; y para ello debemos eliminar a la competencia. Así que cuando sentimos que alguien nos puede hacer sombra, sacamos nuestra vena malvada y estoy segura que todas habéis dicho estas frases alguna vez en vuestra vida:

No es tan guapa, lo que es pasa es que se maquilla mucho.

Es una guarrilla

No está buena, lo que pasa es que tiene tetas.

El típica guapa tonta

¡Te queda genial! (no le queda nada genial, parece una mezcla entre el payaso de Micolor y una bailarina de striptease acabada).

¿Veis, chicas? Ellos se apoyan, se aplauden entre ellos cuando se tiran a dos la misma noche, porque la imaginación es algo que debe potenciarse.

Por último, y esto es algo que va para ambos sexos: las mujeres no sabemos guardar un secreto. Por mucho que nos lo pidan, por mucho que prometamos que no lo vamos a decir a nadie, por mucho que le pidamos a la persona que le vamos a transmitir el cotilleo que no lo cuente, ese secreto tiene los días contados. Y si es jugoso, peor.

No podemos, nos puede ver la cara de nuestra mejor amiga cuando le contamos que dos conocidos se lo han montado a pesar de tener pareja, o que la que va de diva en realidad es una verdulera o que a nuestra vecina le ha dejado el novio. Contamos los secretos de las personas que incluso nuestra amiga o pareja no conoce. ¿Por qué? Porque lo disfrutamos casi como el chocolate. Excepto, eso sí, los secretos de nuestra pareja y de nuestra mejor amiga, además de la familia directa; son intocables. Esos permanecen siempre con nosotras. Porque somos cotillas pero leales.

Eso es todo por hoy, espero que os haya gustado. ¡Un beso!