Los problemas empiezan cuando el personal de la comunidad autónoma que debe realizar las pruebas tarda cerca de cinco horas en llegar a la zona. Durante todo ese tiempo, los inmigrantes permanecieron sobre la arena y al sol a la espera de ser trasladados a un centro de salud, a la comisaría para su identificación o al centro de internamiento. Para entonces, la noticia ya había saltado a los medios de comunicación en los que no se sabía a ciencia cierta si se había activado o no el protocolo por ébola. Lo cierto es que continuaron pasando las horas y no fue hasta entrada la tarde cuando se confirmó que ninguno padecía la enfermedad. Los que en peor estado se encontraban fueron trasladados en ambulancia de la comunidad autónoma al centro de salud más cercano pero, para entonces, los inmigrantes ya llevaban al sol en torno a las siete horas a las que habrá que añadir las que habían pasado a bordo de la patera que los trajo a Canarias.
Fue entonces cuando, para mayor abundamiento en el despropósito, a alguien se le ocurrió que la mejor forma de sacar al resto de la playa era subirlos a un camión de basura del ayuntamiento, dando lugar a la lamentable imagen que hoy ha sido portada en no pocos medios de comunicación. De quién fue la idea es lo que aún no está claro, aunque la Delegada del Gobierno en Canarias ha culpado directamente a la Policía Nacional, de la que es responsable, de haber tomado esa decisión sin consultar con ella y ha asegurado que nunca lo habría permitido. Al parecer, las causas de que los inmigrantes fueran sacados de la playa en un camión de basura y no en una ambulancia, como sus compañeros con fiebre, o en otro medio de transporte más adecuado y respetuoso con su dignidad, fueron las dificultades para acceder a la zona en la que se encontraban. Excusa poco creíble por cuanto la ambulancia sí pudo acceder al lugar en el que se encontraban.
Ante lo ocurrido cabe preguntarse por qué Sanidad Exterior, que depende de la Administración del Estado, no tiene médicos en Canarias o por qué la Policía no pidió transporte del Ejército o trasladó a los inmigrantes en sus vehículos en lugar de subirlos a un camión de basura. Y sobre, todo, por qué los inmigrantes en peor estado si fueron trasladados a un centro de salud en ambulancia de los servicios sanitarios de la comunidad autónoma y el resto en un camión de residuos con la excusa de que era el único tipo de vehículo que podía acceder a la zona.
Del mismo modo debería informarse si los agentes de la Policía y la Guardia Civil destinados en lugares de llegada habitual de pateras han sido formados ante la posibilidad de que tengan que hacer frente a un caso de ébola, por remoto que sea. Y en la misma línea se abre una incógnita igual de preocupante sobre los agentes de la Benemérita y de Salvamento Marítimo que a menudo salen al encuentro de los cayucos y transbordan a los inmigrantes a sus embarcaciones antes de que naufraguen. Lo ocurrido es intolerable y merece depuración de responsabilidad y explicaciones claras por parte de las administraciones competentes, a menudo mucho más preocupadas de lanzar mensajes de tranquilidad a la población sobre los riesgos del ébola que de conjurarlos en la práctica.