La importancia de cuidar la salud mental de los niños víctimas de la guerra

Publicado el 10 octubre 2018 por Globalhumanitaria @Ghumanitaria

El estrés postraumático es una de los trastornos, junto a la depresión, asociados con la salud mental, que sufren muchos niños, después de haber vivido en primera persona una guerra. La guerra de Siria ha tocado muy de cerca a muchos menores que han tenido que huir de sus hogares y ahora tienen que aprender a vivir como refugiados en otro lugar. Este es uno de los numerosos dramas que nos ha dejado este conflicto. Un drama, además, cuyo fin no se vislumbra y está afectando duramente a a población civil.

Cuando pensamos en ayudar a estas víctimas, lo primero en que pensamos es en las necesidades más básicas. La seguridad, la alimentación, y la asistencia médica. Sin embargo, la salud mental de las víctimas también requiere una atención especial, sobre todo, porque sus secuelas se sufrirán a largo plazo, incluso cuando la guerra haya acabado. Por eso en este Día Internacional de la Salud mental queremos poner el foco en la necesidad de tratar estas dolencias tras estas vivencias trumáticas.

Ser refugiado

Antes de abordar los problemas de salud mental de la infancia y juventud siria, vale la pena que conozcas algunos datos del contexto. El conflicto bélico que asola Siria desde 2011 ha implicado que cerca de doce millones de personas hayan tenido que huir de sus hogares, de los cuales 4 millones se han convertido en refugiados en otros países. Se trata de una de las grandes migraciones forzosas de la historia reciente y, en estas condiciones, sus consecuencias son complejas.

Entre los desplazados forzosos, hay 2,7 millones de niños. En la práctica, más de la mitad de los refugiados. Como puedes imaginar, malviven en condiciones precarias en asentamientos y campos de refugiados, entre otros países, de Jordania, Líbano, Turquía, Irak y Egipto, que son los países que han acogido al mayor número de estos migrantes.

¿Qué consecuencias tiene la guerra sobre la salud mental infantil?

El Migration Policy Institute ha publicado recientemente un informe donde analiza las necesidades educativas y de atención psicológica que tienen los niños víctimas de la guerra. Toma nota de las estadísticas recogidas por algunos estudios, hechos sobre el campo. Mientras un 45 % de los chicos ha manifestado signos de estrés postraumático, el 44 % tiene algunos síntomas de depresión. Estas cifras se sitúan diez veces por encima de la media mundial.

Son cifras que vienen provocadas por situaciones muy difíciles: un 79 % de estos niños ha visto morir a algún familiar, un 60 % ha experimentado algún estresante acontecimiento de gran peligro y un 30 % ha presenciado hechos de violencia de alta intensidad.

Son, sin lugar a dudas, estadísticas que nos hacen reflexionar acerca de la dureza de la vida futura de estos niños, que tienen mayores posibilidades de caer en la marginalidad o captación por parte de grupos radicales, o reclutados como soldados. Entre sus reacciones, destacamos los flash backs con sucesos que les dejaron en los comportamientos apáticos o violentos, la desconfianza y otros síntomas propios de enfermedades mentales.

Al llegar a los países de asilo, los niños sirios tardan en normalizar sus vidas. Las tasas de escolarización son muy bajas y tienen más probabilidades que sus compañeros no refugiados de recibir calificaciones bajas o deficientes, o de abandonar la escuela. Los niños pueden tener dificultades para cerrar las brechas en su aprendizaje después de interrupciones educativas sustanciales, especialmente cuando se enfrentan a barreras del idioma o nuevos planes de estudio.

Una atención apropiada para la infancia

Llevar a cabo tratamientos para que estos niños mejoren sus estados mentales conlleva una atención que requiere tiempo, pero también inversión. En este sentido, algunas organizaciones estamos brindando atención psicológica a los niños víctimas de la guerra.

Las terapias psicológicas clásicas como la conductual son las más comunes. También se están aplicando otro tipo de terapias que son muy productivas, como la artetarapia. Esta terapia ayuda al niño a expresarse, y a comprender sus propios sentimientos cuando es difícil verbalizarlos. Con este trabajo a través de la pintura se consiguen superar el estrés postraumático y las secuelas que quedan en los niños. La musicoterapia es otra de las terapias que se pueden aplicar. A través de la música busca optimizar la calidad de vida y mejorar la salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual y el bienestar del niño.