Leo en LinkedIn que muchos grandes empresarios norteamericanos valoran por encima de todo en los candidatos que entrevistan para sus empresas la capacidad de comunicarse por escrito. Estoy totalmente de acuerdo. Sin quitar méritos a la comunicación verbal, a veces despreciamos la escrita, y ésta es tan o más importante que la verbal. Porque la escrita queda ahí y sigue vigente después de que la hayamos lanzado por un espacio de tiempo más o menos largo. En especial en esta época en la que el correo electrónico y las redes sociales (Twitter, Facebook, Whatsapp, etc.) nos obligan a todos a escribir. Y digo obligan porque hay personas que no están (o estaban) acostumbrados a escribir nada en absoluto. Incluso ahora hay quien no pasa de los 140 caracteres de Twitter.
Escribir bien es esencial para que se entienda tu mensaje. Y estructurar bien un mensaje escrito no es nada fácil. No puedes divagar en un mensaje escrito, porque se nota mucho, y quedas “retratado”. En el mensaje escrito no puedes usar trucos que te facilita la comunicación oral. Eres tú dejando tu huella en unos caracteres.
Y de la corrección gramatical mejor no hablemos. Raro es el texto escrito que me llega en el que no encuentro algún error gramatical o sintáctico. Y eso que los correctores automáticos están siempre a nuestro lado para detectarlos y ayudarnos. Yo creo que a muchas personas ni les importa. Y me duele que sea así.
Un país que no escribe, me atrevería a decir que es un país que no articula bien su pensamiento, que no piensa. España va por esos derroteros, por desgracias. Y como editor me duele y me afecta. Quizás es una de las razones de la falta de buenos libros, de buenos autores, de la que adolece este país. Las escuelas deberían fomentar más la lectura y la escritura (ya se ha dicho hasta la saciedad). Pero la educación es un tema también eterno que ahora no toca.
Para mi es un placer escribir. Me lo enseñaron mis maestros en la escuela. ¿Para usted también querido lector?