Ésta segunda vez me ha pillado más experta y con más cacharritos y en lugar de libros me ha dado por descargarme todas las aplicaciones sobre embarazo que he encontrado (gratis) y por apuntarme a todas las webs que pillo sobre el "desarrollo semana a semana"...
Me llama poderosamente la atención que da lo mismo lo especializada que sea la publicación o la web o la app que todas tienen algo en común; comparar a mi pequeño Elías con una fruta o verdura.
Así compruebo que en éstas semanas ha pasado por ser bolita de sésamo a mango grande, pero sin olvidarnos de lenteja (¿pardina o verdina?), garbanzo, alubia (¿de las de El Barco de Ávila?), uva, oliva (¿manzanilla o de Campo Real?), higo, limón verde, vaina de guisante (es leer vaina y pensar en invasiones extraterrestres), limón amarillo... y así hasta el mango grande que es hoy. Y lo que le queda todavía hasta convertirse unánimemente en una CALABAZA de 40 semanas...
Peor es casi cuando hablan del tamaño de mi útero. Leer frases como "tu útero es del tamaño de un melón y tu feto del tamaño de un limón" me dejan desconcertada. Ya sé que un embarazo no es nada glamouroso, no quiero que comparen mi útero con un bolso de Gucci, pero desde ese día no dejo de pensar si sería cantalupo, galia, piel de sapo...
¿Y ahora qué soy? ¿Un palé de sandías?
Sé que es sistema métrico es complicado para algunos, pero a mí con que me hablaran en centímetros y en gramos ya me hacía a la idea y se me haría más fácil bajar a la frutería de mi barrio.