La importancia de llamarse Ernesto.

Por Louzan
Al hilo de varias conversaciones de diferente índole se me ocurre una reflexión al respecto de varios hechos constatables en el mundillo del vino en épocas recientes y dignos de comentario.
Vivimos un tiempo difícil en varios sentidos. La crisis es la que es, eso es evidente, y esto ha provocado cambios profundos en lo referente  al modo en que se comercializa el vino, a que vinos se venden y a cuales no, he incluso al precio medio de los vinos en determinadas zonas.
Que lejos quedan ya los precios medios por encima de los 20 euros para gran parte de la Ribera o la escalada de otras zonas mas o menos desconocidas que ofrecían de repente vinos de origen mas o menos inhóspito. Uvas extrañas en emplazamientos inesperados que devenían en vinos, eso si, criados en roble americano y a precios exhorbitados. Esto terminó a la misma velocidad que desaparecía el dinero del ladrillo.
Se abre entonces un momento digno de mención que yo sitúo al inicio de 2010 y que vive su momento cumbre este año y con continuación en el tiempo. Hablo de la búsqueda de la diferenciación entre los grandes distribuidores de toda la vida a los que una parte (pequeña) de la hostelería pide marcas de esa nueva gama de vinos de los que lleva oyendo hablar y a los que no hacía ningún caso para diferenciarse de la competencia cada vez mas cerrada y feroz. Vinos de escasa producción, de zonas poco o nada comerciales y de precio contenido o abiertamente alto, pero justificado en una exclusividad y escasez públicas y notorias.
Esto de lo que hablo se puede apreciar en el caso "El Pecado" y en la serie de vinos que Guimaro embotelló alrededor del éxito de Raúl Pérez en la Ribeira Sacra. B1P, B2M, Capeliños...Pedro lleva años dando diferentes denominaciones a lo que en gran parte era "El Pecado" y esto se sabía en el sector hostelero.
En pocos años, de ofrecer esos vinos con escaso éxito fuera de un restringido circuito de interesados se pasó a tener verdaderos problemas para poder cubrir la demanda de ellos y directamente a no poder atender (con lo que esto conlleva) a muchos clientes que, sin consumir vinos de este tipo, se subieron al carro en base a su demanda de otras referencias. Y esto a pesar de un incremento en el precio que, sin ser exagerado, ha sido constante en el tiempo.
Se trata unicamente de un ejemplo, pero para mi a este lo acompañan otros mas evidentes, que entran incluso de lleno en el terreno mas restringido del comercio del vino en Galicia; el chateo.
Hasta 2008, pensar en que en las pizarras de los principales locales de chateo en A Coruña o Ferrol pudiera haber algo mas que Riojas y Riberas (y el tinto de la casa, como excepción) era una utopia. Hoy, en esas pizarras, el 20% (como media) son vinos gallegos o del noroeste e incluso alguno es blanco (mas allá, insisto, del blanco de la casa).
La pregunta es; y esto, ¿Por qué pasa?. Y aquí se propone una lista de hechos a los que culpar, en diferentes porcentajes.
Primero: el mercado. La realidad es que la crisis ha hecho mella en todo aquel local que no tenía algo de especial (localización, oferta, tipicidad...) provocando que aquellos mas o menos posicionados buscasen rasgos diferenciadores o, como mínimo, mejorar sus selecciones.
Segundo: el publico. La gente que sigue gastando en vinos (por copa o botella) a partir de ciertos precios quiere mas. Mas variedad, mas distinción (por diferencia) y mas parafernalia. Quien está dispuesto a pagar 3 euros por copa quiere que pase algo que diferencie esta de otras porque sino, simplemente, gasta menos en un vino mas comercial y conocido.
Tercero: La distribución. Los portafolios de los principales distribuidores se han enriquecido con vinos auténticos y diferentes a la oferta comercial mas tradicional.
En cuarto lugar quiero hablar de algo que, ademas de influir en todo lo que trato de teorizar, tiene muy probablemente un papel fundamental en el éxito futuro de los vinos que a la mayoría nos gustan en el duro mercado del día a día. Se trata de la exposición publica de esos vinos, de los viticultores y sus proyectos. Se trata de las ferias.
"A emoción dos Viños", es una de esas ferias que cada año nos congrega a un importante grupo de periodistas, comerciales, aficionados y "frikis" en general en Tui (Pontevedra). Se trata de un evento crucial, que da visibilidad publica a vinos desconocidos para el gran publico a una dimensión mayor cada año (lleva tres).  En un mismo día y en un mismo emplazamiento se dan cita bodegas de lo mas autentico de los vinos gallegos y portugueses con apuntes de otras zonas y lugares. Vinos difíciles de encontrar fuera de ciertos círculos y que aquí los distribuidores encuentran juntos y dispuestos a ser degustados, saboreados y aprehendidos. No existe en Galicia un evento de estas características (las ferias existentes son puramente comerciales y organizadas por la gran distribución) y el peligro de que desaparezca es grande. "A Emoción..." nace del amor por estos vinos del gran Antonio Portela y de Marina Cruces (Viñoteca de García. Tui) que cada año hacen números y equilibrios para lograr algo inaudito; un espacio de referencia para el vino de verdad en Galicia.

Aquí es donde se perciben los cambios. Aquí, entre las mesas que cada año ocupan el claustro de la Catedral de Tui (toma enclave) se dan cita las novedades, los autores, los proyectos y sus vinos, a disposición de negociantes, periodistas y publico en general.
Como en todo existe un peligro, inherente a casi todo aquello en lo que existe dinero (o la posibilidad de conseguirlo) y notoriedad. Los divismos.
No hablo del bueno de Antonio, ni de "A Emoción...". Hablo del peligro real de que personas o entidades decidan que, al calor de estos cambios, no estaría mal aprovechar para sacar tajada. Para relucir aprovechando el brillo de estas incipientes brasas. Como escribiera Wilde en  su "La importancia de llamarse Ernesto", al respecto de la seriedad frente a la impostura, a veces es mejor parecer que ser, cuando de lo que se trata es de llamar la atención y ocupar lugares que ni le corresponden ni le son propios. Ojo con esto. El vino autentico, el verdadero, lo defienden un puñado de comerciantes, distribuidores y escritores. Como con el presidente Suarez, el numero de personas que lo loaron masivamente a su muerte es inversamente proporcional al numero de los que lo dejaron totalmente solo en 1981. No dudéis que si algún día los Albamar, Nanclares, Issue o similares triunfan entre el gran publico, un buen puñado de elementos de los que guardan silencio o recomiendan ahora mismo albariños de cooperativa se subirán al carro del "siempre confié en ellos". Está cantado.
Este es, en mi opinión, uno de los principales peligros de los cambios. Unos cambios que no se si serán o no realmente positivos o si, tal vez, acaben por resultar profundamente negativos (diluir estos vinos en una masiva oferta de Rioja y Ribera tampoco resulta una agradable visión) pero que como todos los cambios merecen de un momento de atención antes de ser desechados o criticados.
Esta es solo una visión pero sospecho que desde cada lado de la barra o el escaparate la lectura puede ser diferente. De eso se trata, ¿no?.
*Fotos. La web y observatoriodevino.com