La importancia de saber caer

Publicado el 15 mayo 2016 por Wig
Que los gatos tienen siete vidas de todos es sabido. Tenga alguna certeza tal afirmación o no. Pero los puñeteros, con cariño, siempre caen de pie. Es cuestión de equilibrio. Los seres humanos caemos de boca y nos partimos los piños. Lo del equilibrio lo llevamos mal. Nos levantamos, y a la siguiente, caemos otra vez de boca tropezando con la misma piedra. Algunos ponen las manos y amortiguan. Eso es saber caer. Otros caminan despacio después de caerse. También es una opción. Los hay que empujan antes de caer y de los que te agarran diciendo: -"¡tú conmigo!"-. Después nos reímos, pero antes miramos por si alguien nos ha visto caer. Es instintivo. Unos miran; otros ayudan. Los que se ríen de otros que se caen después se quejan de que no les ayudan cuando ellos son la acción del verbo. Los que ayudan, cuando se caen, se quedan sentado a ver quien les ayuda. Muchos caemos por puro azar sin entender cómo ha ocurrido. También pasa que muchas veces  se nos doblan las rodillas así como así. Que caída más tonta -pensarán-, pero es la más sincera de todas. Siempre se ha dicho que es mejor nacer con estrella que estrellado. A estos últimos se les llamaría gafe. Atraen la mala suerte con todas sus fuerzas. Existen, ya creo que existen. También los hay cenizos, que no es lo mismo. Estos últimos son más destructivo, porque construyen la mala suerte con ese pesimismo innato que quema hasta la sonrisa más alegre y desinteresada. Saber caer es importante pues sólo queda levantarse. Caer en sí no tiene un significado glorioso sino es por su emparejamiento con su antónimo. "Torres más alta han caído" que jamás se volvieron a levantarse. Y aún así, el Mundo continúa. De caída en caída.