La importancia del contexto en la lectura del símbolo

Publicado el 19 julio 2016 por Monpalentina @FFroi

Con este artículo concluye el ciclo sobre Parte General del Símbolo Románico.


La imposta historiada del ábside exterior de la ermita oscense de Santiago de Agüero y uno de los magníficos capiteles del deambulatorio de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, presentan un cuadro iconográfico de tan similar parecido, en plástica, temática y estilo que ha propiciado la infrecuente unanimidad, entre los expertos sobre la intervención de canteros escultores de aquel templo aragonés, como uno de los talleres que intervino también en la construcción de la catedral calceatense.
Pero no es esta precisamente la cuestión que nos ocupa en nuestro trabajo, sino la temática tan especial de dicha representación esculpida.

La escenificación presenta, como escena principal, a un personaje desnudo, de edad adulta y grandes ojos abiertos, que aparece semitumbado, cubierto con una sabanilla de pliegues curvos dejando ver al descubierto su pierna izquierda.
Apoya la mano en ese mismo muslo donde, pinzando con los dedos, sujeta unas pequeñas formas que nos recuerdan la hechura de la lombriz o la sanguijuela.

Asistido por dos ángeles, parece interactuar con el que por su indumentaria, abarca gran parte de nuestra atención: lleva túnica corta, bastón de marcha y curioso sombrero.
Junto a ellos, una mujer de rostro complaciente observa la escena replegando sus manos entre sí como si sostuviera algo entre ellas, mientras en el lateral derecho se muestra a Dios que surge de una nube celeste que parece expulsar o recriminar con el dedo a un ser diablesco.

En un segundo tiempo de la representación aparece otro ángel, o mejor dicho, el mismo ángel, simétricamente representado vuelto de espaldas, que actúa hacía una mujer que porta un objeto ovoide.

Es consenso generalmente aceptado, que dichas composiciones representan y relatan la historia de Job; más concretamente, el episodio bíblico que narra su estancia en el muladar.
Así, el anciano semidesnudo que yace tumbado sería Job y los elementos filiformes que recoge del muslo con la mano izquierda podrían ser los gusanos referidos en el pasaje bíblico ("me cubren la carne gusanos y costras" Job, 7,5).

Sin embargo, tanto los ángeles, como la figura femenina central de Santo Domingo, que no tiene correspondencia con la de Agüero, y la misma de éste último que porta en su mano un objeto fusiforme, resultan elementos tan extraños al relato bíblico de Job que incluso ha llegado a propiciar que insignes académicos especializados en arte románico, se hayan pronunciado por entender que el escultor desconocía el texto bíblico que se quiso reproducir, limitándose a copiar escenas vistas en algún otro lugar, pero en retazos separados.(1)
Tal aserto resulta a nuestro juicio, de todo punto, desacertado, puesto que en el pasaje bíblico de Job, la figura de su esposa, no aparece en el momento de la sanación, sino únicamente en el acto de la recriminación: "Aún persistes en tu integridad? Maldice a Dios y muérete" (Job, 2-8), o, como mucho, ofreciendo el pan blanco adquirido al propio Satanás a cambio de su cabello (Testamento de Job. Apócrifo), y aún así, la curación de Job se produce por obra e intervención directa de Yahvé y sin intermediario celestial alguno (Epílogo)

Tampoco compartimos la sorprendente interpretación de Íñiguez Almech ni de Alvarez-Coca (2) que guiados, seguramente, por composiciones similares a la que alberga el templo de San Pedro en Covarrubias, opinan que se representa la resurrección de Jesús, levantado por dos ángeles por pies y cabeza en presencia de las mujeres, si bien para el primero de los autores, este desliz de la idea evangélica de la vuelta a la vida por sí mismo de Cristo, quedaría mitigado por la presencia del Padre que sale de entre las nubes, al tiempo que esbozaría la idea de la Trinidad (3)
No podemos concebir que en la mentalidad y amplísima formación de comitentes y maestro hubiera lugar para permitirse unos lapsus tan alejados del texto religioso, y menos aún si tenemos en cuenta la categoría eclesiástica del de Santo Domingo de la Calzada y la calidad y maestría del escultor que trabajó las piedras de Santiago de Agüero.

Como algún autor apunta (4), y tal como hemos podido comprobar, ya un capitel de Santa Maria de la Dourade y otro de Saint-Étienne, ambos hoy en el Museo de los Agustinos en Toulouse, presentan a un ángel en presencia de Job para confortarlo en sus padecimientos y tribulaciones. A buen seguro, inspirado en "Las Morales" de San Gregorio, que fueran llevadasa Conques por el obispo pamplonés don Pedro de Roda, y que constituían un amplio examen sobre desenvolvimientos morales y místicos.
En todo caso, ello no justificaría la representación de la figura angelical simétrica de ambas iconografías y la aparición de la misteriosa mujer que porta la vasija.

Por eso, intentamos deshacer el nudo gordiano de su lectura e interpretación a través del elemento escultórico que consideramos más relevante de los escenarios iconográficos sometidos a estudio. Y éste no es, para nosotros, sino la figura alada simétrica que repiten imposta y capitel, porque en el arte románico, resulta raro e infrecuente ver,fuera de estas dos representaciones, a un ángel con gorro, bastón y túnica corta.
De todos los atributos que adornan la comprensión iconológica de las criaturas celestiales, tan solo puede atribuírsele el gorro y el bastón de marcha con el que subrayar la idea de patronazgo de los caminantes, al arcángel Rafael.

También una vasija o un pez (instrumento simbólico que comprende, en su forma, la representación del continente del remedio sanador).
En la tradición judía Rafael curó el dolor de la circuncisión a Abraham. Así mismo, fue el ángel enviado por Dios a curar el muslo de Jacob, maltratado por Samael. Y también se asegura que le dio a Noé, después del diluvio, un apreciado "libro médico".
En el Libro de Enoc es el santo ángel de los espíritus de los humanos, así como el encargado de curar todas las enfermedades y heridas de los hombres.
De otro lado, su propio nombre significa "medicina de Dios", pues procede del verbo hebreo raffadín, que significa curar. Rapha’el, o raphach, significa en hebreo "Dios cura" (el alma).

No nos cabe la menor duda que la figura alada que comparte espacio y postura similar en la imposta de Agüero y en el capitel de santo Domingo de la Calzada, es el arcángel Rafael, y que sepamos, ésta la primera vez que es representado en la historia del arte con esos atributos concretos.

Y tras llegar a este punto, desbrozar su interpretación en la escena representada partiendo de la comúnmente aceptada como historia de Job, se nos muestra incoherente, pues en ningún versículo del citado texto bíblico aparece ni es referida su intervención.
Por el contrario, sí es conocida la intervención arcangélica en otro texto bíblico, el del Libro de Tobías (5,3-4), donde se relata la curación de Tobit (11, 6-9), la expulsión del demonio Asmodeo (8,1-4) así como el final de las desgracias de Sara, pues tal como el mismo ángel reconoce:"...Dios me envió para curarte a ti y a tu nuera Sara.

...Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia" (Tob.12, 14-15)

Ello podría contribuir a explicar la presencia en imposta y capitel de la postura y gesto de reprobación y expulsión de la figura diabólica y maligna (enfermedad, fisica o la espiritual, "lepra del alma") por Dios surgiendo de entre las nubes, y la de la mujer que porta en su mano la vasija fusiforme, mero instrumento de que se sirve el autor pararesaltar el atributo de la vasija que contiene el remedio curativo del arcángel.

Porque tal objeto no es un huso con el que esté hilando, como hasta ahora ha venido siendo entendido y aceptado (5), sino una vasija, tal y como aparece en la exclusiva foto que ofrecemos.

Y es que, la larga paciencia y la casual aparición del rayo solar que en aquella hora incidió breves momentos en el extremo del capitel de la girola de Santo Domingo de la Calzada, nos permitió acceder a la figura encastrada entre pilar y columna, desvelando, quizá por vez primera que sepamos,  su rostro, vestido y objeto portado en su mano.
****
De lo hasta aquí expuesto, entendemos que el marco iconográfico expuesto en Santiago de Agüero y en Santo Domingo de la Calzada, NO permite afirmar que se trata de la representación de la historia de Job, como tampoco refiere la historia de Tobías. De hecho, no se sujeta a ninguno de los dos relatos bíblicos.
Pero lejos de entender que el maestro se limitó a copiar escenas sueltas vistas en retazos separados y que esculpió juntas en estos templos, creemos que encierran todo un compendio de sabiduría y profundidad inigualable, pues se presume en este trabajo no la reproducción de un texto sino la transmisión de un mensaje que emana de los dos episodios bíblicos que mezcla y confunde, intencionadamente, porque lo que pretende no es tanto contar una historia veterotestamentaria sino expresar un concepto, la misma idea que los impregna:
La recuperación de la salud perdida, la sanación (del alma) como acto complejo en que, junto a la intervención del remedio instrumental, requiere la intervención divina.

______________
(1) SÁENZ RODRIGUEZ, Minerva: "Dos nuevos ejemplos escultóricos del tema de Job en el románico español". (2) ALVAREZ-COCA, Mª.J: "La escultura románica en piedra en la Rioja Alta". (3) ÍÑIGUEZ ALMECH, Francisco:"Sobre tallas románicas del siglo XII" y "Algunos ejemplos de la iconografía española del Camino de Peregrinos en el siglo XII". (4) YARZA LUACES, Joaquín: "La escultura monumental de la Catedral Calceatense". (5) YARZA LUACES, Joaquín, Op. citada.

Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".