Cuando estamos en esto de leer para aprender y equivocarnos menos en la crianza de nuestros hijos, encontramos mucho sobre este tema del juego. Aprovecho para compartirles esta nota publicada por BBC España que nos habla de la importancia comprobada de un juego muy sensillo como las escondidas o Peek-a-Boo o Cucu trás.
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El juego infantil del que, probablemente, más disfrutan todos los niños del mundo, el «cucu-trás» -como se conoce popularmente a la versión más infantil del escondite-, puede tener, además de la mera diversión, otros efectos beneficiosos que desconocíamos hasta ahora gracias a varios estudios científicos llevados a cabo para analizar por qué este juego infantil es tan popular
La clave es que el juego se puede ir adaptando a las necesidades del niño según va creciendo y fomenta habilidades clave en su desarrollo, destacan los investigadores, que creen que este juego puede incluso ayudar a los niños más pequeños a superar el miedo a separarse de su madre.
Investigadores de la Universidad de Cambridge han llegado a la conclusión de que lo que hace tan atractivo a este juego es que lleva a los niños a creer que son invisibles. El equipo de científicos llevaron a cabo un estudio sobre esta creencia infantil con niños de tres y cuatro años a los que les cubrían los ojos con una máscara y, los cuales, al ser cuestionados por los investigadores, decían que nadie podía verles. Muchos incluso creían que los investigadores tampoco podían ver a los adultos que llevaban los ojos cubiertos con máscaras. Esto les llevó a la conclusión de que la mayoría de los niños creen que cualquiera que se tape con los ojos desaparece de la vista del resto de la gente.
En otro estudio, los investigadores Gerrod Parrott y Henry Gleitman llevaron a cabo una serie de tests para descubrir la clave del juego y analizaron «el papel de las expectativas en la diversión infantil» observando su sonrisa, su risa y la elevación de cejas durante una sesión de «cucu-trás» en la que introdujeron pequeños cambios inesperados» como aparecer en un sitio diferente o intercambiarse por otras personas mientras los niños se tapaban los ojos con las manos.
Los investigadores descubrieron que todos niños de todas las edades «sonreían menos tras la aparición de personas diferentes» pero que esto iba cambiando «cuando aumentaba su edad». Y reseñaron que estos hallazgos «sugieren que los bebés de seis meses tiene expectativas sobre la identidad y localización de la persona que vieron antes de esconderse». Adaptarse a las expectativas del bebé «contribuye a su disfrute del juego», lo que les llevó a la conclusión de los niños pequeños «no disfrutan tanto de los cambios como de sus expectativas».