La deforestación es una problemática que ha tenido el levantamiento de muchas voces por cómo golpea a bosques y selvas de todo el mundo. La agricultura, los incendios y la ganadería extensiva que se conjuga con la explotación de la madera para los usos de la industria.
Los movimientos ambientales contra los efectos del cambio climático, el CO2 y el cuidado de la biodiversidad han generado la necesidad de abordar la deforestación y la calidad de la madera con la que se construyen diferentes tipos de viviendas para el uso cotidiano.
A partir de movimientos ecologistas, y abordando la madera tropical, se inició el control sobre la explotación de este material. Hacia 1992, en Río de Janeiro y en el marco de la Conferencia Ministerial de Naciones Unidas, se planteó la problemática de la deforestación y la necesidad de un mayor control de la extracción y manipulación de la madera.
Hoy en día hay dos grandes categorías de certificaciones a nivel mundial:
FSC: Esta certificación, cuya sigla significa Forest Stewardship Council, apunta a identificar la buena gestión que se realiza con los bosques y los productos que derivan de su madera.
PEFC: La certificación Program for Endorsement of Forest Certification surge de una organización, sin ánimo de lucro, que promueve la sostenibilidad forestal y la certificación de las materias primas que tienen su origen en la madera.
La certificación de la madera tiene diferentes motivos para cuidar el consumo de los bosques, y el control de los subproductos que derivan de esta forestación. Este control busca evitar inconvenientes ambientales como conservar el agua y la biodiversidad y reducir los posibles incendios que puedan provocarse.
Un buen uso de la madera proporciona beneficios económicos pero teniendo un buen uso racional en la explotación. Esta certificación de la madera apunta a cuidar el desarrollo rural y motivar la realización de actividades de ocio en conjunto con la naturaleza.