La Inclusión Financiera: Un Detalle – parte I
América Latina y los países en proceso de desarrollo vienen desde hace algunas décadas experimentando el concepto de inclusión financiera. Se han creado diversas organizaciones sin fines de lucro, quienes dieron inicio a una ola de colocaciones de créditos; abriendo el camino para que instituciones financieras formales y reguladas también ampliaran su cartera de clientes a un grupo de personas que antes no hubieran considerado siquiera como clientes potenciales.
EL modelo iniciado por el Dr. Muhammat Yunus en Bangladesh, fue rápidamente imitado por otros países pobres de oriente, llegando a Europa, África y América; por el éxito logrado.
Empezó una moda que permitió a muchas personas con escasos recursos y, cabe como mención especiales, a mujeres – dada la alta discriminación que sufren en muchas sociedades – acceder a pequeños créditos con características definidas, como el acceso al crédito grupal, un pago diario o semanal, una junta directiva que asumía el liderazgo, un sistema de ahorro incluido en el pago, entre otros.
Si bien la inclusión viene arrastrando muy buena opinión y se afirma que la vida de mucho ha mejorado, esto no es tan cierto como las estadísticas lo muestran. El dinero ha llegado a manos de estas personas quienes emocionadas han decidido cambiar sus vidas; sin embargo un detalle hace que la gran mayoría de ellas se encuentre con deudas que a no pueden pagar, con un mal calificativo financiero que le impide ser seleccionadas para un nuevo crédito y en algunos casos con riesgos de perder sus vivienda o bienes, otros que se mudaron para no enfrentar un gran cúmulo de deudas. Si el sistema es tan bueno ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué ha llevado a estar personas a cargar deudas que no pueden cubrir?