La indiferencia es nefasta

Por Interesproductivo @RoberttiGamarra
A pesar de la abundancia de noticias, de perfiles muy diversos, vivimos estos días abrumados por el accidente aéreo de Germanwings; seguimos puntualmente las crónicas sobre lo ocurrido, estamos ansiosos por conocer los detalles o los motivos que provocaron el accidente. Sin embargo, este hecho deja al descubierto que no estábamos tan atentos a otras catástrofes hasta que el evento nos ha tocado a nosotros. Naturalmente que ahora estamos más afectados, porque lo vivimos muy de cerca, el avión ha partido de uno de nuestros aeropuertos, y es lógico sentirse consternados. Digamos por ello, que la indiferencia es nefasta.
La pregunta es: ¿por qué sólo nos conmovemos cuando los hechos son cercanos y somos indiferentes a eventos extraordinarios que ocurren a distancia? ¿Es esto razonable, cuando estamos un día sí y otro también promulgando la globalización de todo? Las circunstancias trágicas y distantes también son globales, aunque tarden más en propagarse y en llegar hasta nosotros. Alguien me dijo una vez que era inútil negarse a mirar a los acontecimientos o los problemas que afectan a otros, creyendo que no van con nosotros, porque tarde o temprano acabaran llamando a nuestras puertas.
Por lo tanto, la indiferencia es un grave error. No sólo deberíamos conmovernos con los episodios cercanos, sino que debiéramos empezar a ver los problemas ajenos como posibles para uno mismo y tomar conciencia de la necesidad de luchar por corregirlos. Esto es aplicable a cualquier ámbito de la vida, a los problemas sociales, a la hambruna, a las injusticias, a los maltratos. Pensar que el hambre es exclusivamente de África, por poner un ejemplo, y convertirnos en observadores pasivos, propicia que ese problema crezca y que los rescoldos del incendio se posen cada vez con más frecuencia en nuestros hombros, lo cual, sin darnos cuenta, nos afecta. O mirar a otro lado ante las injusticias sociales cuando ocurre lejos de nuestro entorno, es un error grave, porque estamos allanando el camino para repetirlas en nuestro propio entorno. Por todo ello, es mejor presentarse con un cubo de agua cuando vemos arder la casa del vecino, porque es la mejor forma de comprometer a los demás a acudir a apagar el fuego de nuestro techo si algún día es necesario hacerlo. Vuelvo a repetir, la indiferencia es nefasta. Y como muestra, la corrupción política. La hemos mirado de lejos, la hemos dejado alimentarse libremente pensando que no nos afectaba, sin embargo, la ramificación es tan grande que al final nos costará años librarnos de ella.
Alguien me dijo hace poco que, sin quererlo, todos nos hemos convertido también en corruptos. Y me contó la historia de una persona que, en una conversación informal, comentó a sus amigos que había instalado en su domicilio una maquinaria que generaba un extraordinario consumo de electricidad, pero que él lo solventaba sin ningún coste. Su estrategia consistía en conectarla a una toma eléctrica propiedad del Ayuntamiento. Todos le rieron el comentario y le aplaudieron. Y, en un momento, su innegable desfachatez se convirtió en un hecho heroico. ¿Es esto aceptable? No. Estoy convencido de que si quienes le gratificaron con aplausos y risas se diesen cuenta que son ellos quienes estaban pagando ese gasto, los elogios cesarían en el acto. Pero entendieron que la hazaña de su amigo no les afectaba y, por lo tanto, no había nada que lamentar.
Por desgracia, este tipo de situaciones es cada vez más habitual, la afección a los hechos la supeditamos a la distancia, y si ocurren fuera de nuestro círculo de interés personal, no les otorgamos ningún valor. Por otro lado, algunos pensarán que no podemos estar preocupados o comprometidos en todas las luchas, lo cual es verdad, pero tampoco se puede vivir tan ajeno a todo, ya que la pasividad es catastrófica.imagen: morguefile.com

 Si te ha gustado este artículo, compártelo. Gracias.   


Tweetear 
   Seguir a @RoberttiGamarra
  
Artículos de Interés productivo. La mejor manera de aprovechar los conocimientos.