Cuento una anécdota rápida de residentes de un hospital.
Hace un tiempo, el Ministerio de Sanidad les envió una carta pidiéndoles que participaran en una encuesta online obligatoria. En la carta venía el enlace y ya advertía en rojo que dicha encuesta sólo funcionaba con Internet Explorer 7 (en esa época la última versión era la 9).
La comunidad autónoma de dicho hospital apostó por el software libre hace tiempo, así que todos los ordenadores del mismo funcionan con una distribución autónoma de Linux. Por este motivo, ningún residente pudo hacer la encuesta en el hospital. Los problemas no terminaban al llegar a casa. Algunos residentes tenían un Mac, por lo que no podían hacer nada… otros tenían Windows, pero con Internet Explorer actualizado, por lo que la encuesta no funcionaba (y el usuario medio no tiene por qué saber utilizar la vista de compatibilidad -solución chapucera de Microsoft a sus problemas-). No era el caso pero, ¿qué hubiera pasado a los residentes que pudieran tener Linux en casa? Pues más de lo mismo.
Esto pareció pasar sin pena ni gloria hasta que el Ministerio envió a un inspector para comprobar lo que había pasado y realizar las encuestas. El tono era el del que desafía sin conocimiento de las circunstancias. Cuando le recriminaron la parcialidad tecnológica de la encuesta, simplemente lo ignoró y procedió a la encuesta en papel.
En resumen. La “broma” supuso el susto de la inspección para la unidad docente y el hospital, así como los gastos derivados de trasladar a una persona desde el Ministerio. ¿Y por qué? Por ir de modernos con una encuesta online sin conocer las circunstancias de los que iban a responderlas. Por ir a lo fácil y demostrar una parcialidad digna de denuncia. Y por no tener la más mínima mano izquierda (ni dedos de frente) para intentar alternativas menos costosas (¿no hubiera bastado con un correo electrónico?).
Los residentes de este hospital se indignaron. No les gustó sentirse recriminados por el Ministerio y se sintieron agraviados. El problema es que a los que llevamos denunciando esto desde hace mucho tiempo ya ni nos sorprende… ¡y es una lástima!
Digamos las cosas de otra forma. El Ministerio está obligando a un usuario de Linux o Mac a comprarse una licencia de Windows para poder usar Internet Explorer y rellenar la encuesta, si no: inspección al canto como si fueras culpable de algo… ¿es eso justo? Para nada… sobre todo cuando hay alternativas gratuitas, de mejor rendimiento y lo que es mejor, de software libre. ¿No deberían nuestras instituciones velar por esto y promoverlo? ¿Por qué seguir pagando licencias y más licencias? Cuando se habla de tanto recorte, lo primero que suele venir a la mente es el sueldo de los curritos (raras veces se oye algo de los sueldos de los politicos)… ¿sabéis cuánto puede gastar las diferentes instituciones públicas en licencias privativas (básicamente Windows)? Yo no tengo cifras globales, pero con las que he llegado a conocer a nivel local, daría para “salvar” muchos puestos de trabajo… u otras cosas, no quiero yo pecar de demagogo tampoco.
La verdad es que espero muy poco de la casta política actual (sea del color que sea)… no creo que sea un problema que se vaya a solucionar a corto plazo. Estas cosas parecen de frikis informáticos y sus rarezas, pero hay que ver más allá… llevan asociadas unos valores, una forma de pensar y actuar que impregnaría el resto de decisiones, sin duda.
Veremos qué nos depara la siguiente generación…