La industria y el fascismo italiano

Publicado el 03 mayo 2018 por Academiacruellas

El fascismo italiano controló al movimiento obrero, pero no pudo controlar la estructura económica de la nación. Si que es cierto que los grandes empresarios cooperaron con el régimen -cuando fue necesario-, pero nunca se identificaron completamente con él. El gobierno fascista no estaba en condiciones de intimidar a las grandes corporaciones industriales del país (Fiat, Pirelli,…). Lo que sí llevó a cabo fue la desintegración del movimiento obrero italiano, y absorbió a dichos trabajadores hacia sus propios sindicatos. Estos sindicatos, eran sindicatos fascistas, no eran sindicatos de empresa ni eran sindicatos estatales.

Una de las obsesiones del fascismo italiano fue implantar un nuevo sistema de organización económica basado en las corporaciones fascistas. Se suponía que este sistema combinaba las ventajas de los gremios medievales. Con ello intentaba superar la lucha de clases. Además, dicho corporativismo fascista funcionó como un mito para solucionar la pobreza nacional, y por lo tanto mantener unidas las divergencias dentro del fascismo y del país. Al mismo tiempo, los dirigentes se esforzaron en anunciar que el corporativismo trascendía tanto al liberalismo como al socialismo. En lugar de la solución liberal o socialista el corporativismo fascista quería utilizar la capacidad de la empresa privada, pero controlada por el Estado. Al adoptar esta línea, los fascistas mostraron su hostilidad tanto hacia el liberalismo como hacia el socialismo. Esta tercera via dirigida por el fascismo tuvo un especial atractivo para los católicos italianos a partir de la encíclica Quadragesimo anno del Papa Pío XI en 1931 que estimulaba un resurgimiento del pensamiento corporativista católico. ¿En qué consistía el corporativismo?

Básicamente fue una construcción jurídica de Alfredo Rocco. Sus primeros pasos los inicia los las leyes laborales de 1926 y 1927 que insistían en la responsabilidad del Estado en el control y disciplina de los sindicatos. La siguiente fase fue la creación de corporaciones supuestamente autocontroladas en los sectores más importantes de la economía: metalurgia, construcción, productos químicos, gas, electricidad, etc. Estas corporaciones unificarían a los representantes de la empresa y de los sindicatos en un mismo organismo, eliminando de esta forma a los sindicatos. El corporativismo era una especie de neomercantilismo, una mezcla de Colbert y Saint-Simon. Rocco quería eliminar totalmente la autonomía de la clase obrera, sus privilegios y su influencia en las empresas productivas. A diferencia de Saint-Simon, Rocco no creía en la posibilidad de la armonía entre las diferentes clases sociales. Es verdad que Rocco nunca pudo ver hecho realidad su sueño neomercantilista, en parte por la resistencia de los grandes empresarios a la interferencia estatal, en parte porque la depresión retrasó las reformas jurídicas que quería llevar a cabo y también porque sus ideas no le interesaban lo más mínimo a Mussolini. El Estado corporativo alcanzó la forma teórica el año 1934, pero la verdad es que no cambió nada.Lo único que siguió vigente fue la represión del movimiento obrero.

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