La decisión tomada por la infanta ha sido algo precipitada ya que, según su círculo cercano, se confiaba en que la presión del gobierno y del fiscal del caso sobre el juez, le hicieran desistir en su afán de impartir justicia, como sucedió en los casos del juez Garzón o más recientemente del juez Ruz.
Todo ha hecho presagiar a la Infanta Cristina que una vez que pisara la cárcel el apoyo encubierto del gobierno y de la casa real española se desvanecierían para evitar ser salpicados por el escándalo del caso Nóos.
Así las cosas, amparada por el velo de la noche, la Infanta Cristina ha tomado un vuelo privado fletado por un jeque amigo de su padre para que la imputada por estafa pudiera escapar de España y alcanzar la impunidad que tanto ansía en el Estado Islámico.
El Estado Islámico habría contactado con la infanta a través de miembros del mismo que recientemente abandonaron Cataluña para viajar definitivamente a tierras de Siria e Irak. Pero antes, estos contactos le hicieron saber a Cristina que el Estado Islámico estaba deseoso de que personas reconocidas internacionalmente se unieran a su causa, para de este modo tener todavía más proyección mediática, a cambio de impunidad total.
A estas horas la infanta se encuentra en un palacete de la ciudad de Mosul donde recibirá tratamiento de princesa tras renunciar a la fé cristiana y abrazar el islam, adoptando el nombre de Sherezade.
No se espera que Iñaki Urdangarín siga los pasos de su todavía esposa y aparezca por tierras mesopotámicas. Los jefes del movimiento armado islámico aducen que el hecho de que sea zurdo y le guste el balonmano en lugar del fútbol es algo que probablemente esté prohibido en el Corán, y si no lo está ya lo prohíben ellos. Tras esta pobre excusa está el hecho aún sin confirmar de que se esté organizando una nueva boda entre la Princesa Islámica Sherezade (PIS) y un joven jeque heredero cuyo nombre no ha trascendido.
El recibimiento de la nueva princesa del Estado Islámico ha estado envuelto en el más estricto secreto de estado, aunque a la llegada había periodistas fieles al régimen islámico que apabullaron a preguntas a la Infanta Cristina, que con gesto hosco y la cara tapada al estilo musulmán, declaró “Yo no pienso ir a la cárcel. No soy la Pantoja. Espero que en este secarral no me encuentre ni Lobatón”.