La infertilidad: el mal del siglo XXI

Por Pilarmartinez @Pilar_Mtnez

Nadie está preparado para descubrir que no puede tener hijos de manera tradicional. Sí, estamos acostumbrados a oír que el embarazo puede tardar un poquito pero cuando pasan los meses y éste no llega la reacción humana es recibirlo mal.

Generalmente a las consultas de fertilidad las personas acuden muertas de miedo. Saben lo que les espera por delante: muchas pruebas, algunas de ellas molestas, incómodas… y que pueden tener resultados que no nos gustan. 

A veces después de estas pruebas darán con la causa por la que una pareja tiene problemas para tener hijos, pero en un 20% de los casos a veces existe una esterilidad o infertilidad de origen desconocido. 

¿Es lo mismo infertilidad que esterilidad?

No. Aunque para la RAE son sinónimos, médicamente existen diferencias. Se entiende por esterilidad la incapacidad de concebir después de tener relaciones sexuales sin protección con frecuencia normal. La infertilidad se produce cuando se consigue el embarazo pero este no consigue llegar a término por distintos motivos. 

La infertilidad a su vez suele dividirse en dos tipos: infertilidad primaria, cuando nunca se ha conseguido un embarazo viable e infertilidad secundaria cuando se producen varios abortos de repetición o incluso cuando se ha conseguido tener algún bebé pero después hay problemas. 

Las causas de infertilidad

Las causas por las que nos puede costar tener hijos pueden ser muchas y muy variadas. Generalmente cuando existen dificultades suele ser un cúmulo de circunstancias y no una única razón.

Tampoco tenemos que asumir que mayoritariamente la mujer es la culpable: en un 30% de los casos es ella quien tiene problemas, en otro 30% son ellos, en un 20% ambos tienen problemas y el 20% restante es de origen desconocido. Los factores son muy variados pero, por más duro que suene, el retraso en la edad a la que tenemos hijos es sin duda uno de los más relevantes. 

A partir de los 35 años la tasa de fertilidad comienza a caer en picado y aumentan escandalosamente las posibilidades de tener un bebé con síndrome de Down, así como la de que tenga malformaciones.

Con 40 años las mujeres sólo tenemos un 5% de posibilidades de concebir un bebé de manera convencional, por más que todo el mundo hace unos años te pusiera el ejemplo de Ana Rosa Quintana. Ser madre a los 48 años como ella no puede tomarse nunca como lo normal porque la estadística y la biología van en contra.

Y además aunque a todo el mundo le venga a la memoria el padre de Julio Iglesias y sus bebés siendo ya un anciano, los hombres tampoco se libran del paso del tiempo. Está demostrado que la calidad del esperma también decrece con el tiempo como explican en detalle en este artículo

Las soluciones de la ciencia

Afortunadamente si el paso del tiempo está en nuestra contra, la ciencia se pone de nuestro lado. Hace algún tiempo las familias que tenían que pasar por un proceso de reproducción asistida se sentían estigmatizadas.

Actualmente cada vez es más común tener problemas de este estilo y cada vez las parejas hablan con más normalidad del tema. Además, las tasas de éxito de los procesos de reproducción asistida cada vez son mayores.

A esto ha contribuido la investigación, a la que cada vez se destinan más recursos. España es una de las potencias en reproducción asistida y a nuestro país vienen muchas personas desde otros países gracias a una legislación también bastante avanzada. 

El embarazo cada vez se puede conseguir con mayor seguridad, pero de lo que se habla menos es de la necesidad de gametos… porque puede conseguirse pero muchas veces se ha de acudir a gametos de donantes. En el caso de las parejas del mismo sexo o de las madres solteras sin duda, pero también en el caso de parejas heterosexuales con problemas. 

En España la Ley de Reproducción Asistida de 2006 es la que regula cómo ha de hacerse la donación de gametos. Solemos imaginarnos catálogos de donantes como sucede en las películas, pero nada que ver con la realidad española. Aquí la donación es anónima y además altruista. No se puede pagar a las personas que donan esperma y óvulos, más allá de compensar las molestias que el proceso puede suponerles. 

Este marco legal de todas maneras se encuentra en este momento en pleno debate ético porque el Consejo de Europa planteó eliminar el anonimato

¿Qué debe prevalecer, el derecho de una persona a conocer sus orígenes o el de los donantes a mantener su privacidad? Hay opiniones de todo tipo. Países como Portugal o Reino Unido han eliminado el anonimato y han caído en picado las donaciones así que parte de la  comunidad científica se muestra reticente. Otros sin embargo están completamente a favor. 

¿Cómo se escoge el donante para una familia?

La ley de Reproducción asistida también lo especifica claramente: es el equipo médico el que tiene que elegir el donante para sus pacientes. Está expresamente prohibido que los pacientes siquiera sugieran a quién les gustaría. Además existen unas directrices claras. Como dice el artículo 6 de la ley “el equipo médico correspondiente deberá procurar garantizar la mayor similitud fenotípica e inmunológica posible de las muestras disponibles con la mujer receptora”. O sea, que básicamente tendrán que escoger a un donante que se parezca al paciente en cuanto a su color de pelo, piel, color de ojos, complexión. 

Aún así todavía queda mucho campo de mejora en la donación de gametos. Existen empresas que trabajan para crear herramientas que permitan seleccionar al mejor donante para los pacientes, como la española Fenomatch que busca proporcionar a los equipos argumentos objetivos para escoger un donante y no otro.

Así además de buscar los gametos cuyo fenotipo coincida van más allá comparando 12.000 distancias biométricas de los posibles donantes con el paciente para dar con aquel que se parezca más. También integran los resultados de los test de portadores para comprobar la compatibilidad de manera rápida.  

Empresas como Igenomix, FullGenomics o qGenomics están llevando a cabo estos test de portadores que ofrecen resultados muy interesantes. Existen, por ejemplo, enfermedades recesivas que necesitan que ambos padres las porten en su ADN. Realizando un test genético se puede evitar elegir donantes que puedan dar como resultado una enfermedad evitable de este todo. 

También existen empresas de witnessing que trabajan para evitar el error humano una vez escogido el gameto. Nadie quiere equivocarse y para esto están también, una vez más, la ciencia y la tecnología de nuestro lado. 

Porque sí, si hoy tenemos problemas de fecundidad sin duda hay mucho que hacer y como dice nuestra amiga Marian Cisterna la mayoría de las personas que quieren ser madres o padres acaban siéndolo. Esta es sin duda, la mejor de las noticias.