Los que tenemos ya algunos años recordamos cómo los atentados de ETA - y los éxitos policiales contra sus comandos - abrían frecuentemente los telediarios en un conflicto que duró décadas y cuyas consecuencias (el llamado relato) sigue siendo objeto de profundas polémicas. La infiltrada se basa en la historia real de una policía nacional que se infiltró en círculos radicales para acabar conviviendo con miembros de ETA. La película se centra en la angustia de la protagonista, que pasa muchos años interpretando un papel y compartiendo su tiempo con gente que le repugna, una mujer en un mundo de hombres (tanto el de sus enemigos como el del Cuerpo al que pertenece) cuya tenacidad evitó muchas muertes. Y una de las características del conflicto que asoma en La infiltrada es la escasa colaboración entre Policía Nacional y Guardia Civil, colaboración que de haberse producido hubiera evitado mucho dolor. Aquí se ve cómo ambos cuerpos eran más bien rivales y les disgustaban los éxitos del otro. Pero más que una reflexión sobre los males del terrorismo, la película de Arantxa Echevarría es un magnífico thriller que deja al espectador sin aliento en numerosas escenas, toda una obra ejemplar del género que ha sabido aprovechar de forma muy efectiva la historia real en la que se basa.