Cuando John Glenn, pionero de la carrera espacial, murió, la NASA le homenajeó escribiendo en Twitter: “Un verdadero héroe americano. Buena suerte. Ad astra (hasta las estrellas)”. Una placa colocada en Cabo Cañaveral como tributo a los miembros de la misión Apolo I fallecidos durante una prueba de lanzamiento incluye las palabras: Ad astra per aspera, “a las estrellas a través de las dificultades”, locución acuñada veinte siglos atrás por un Séneca que cuenta con un cráter a su nombre en la luna. Sobre un colchón sonoro que crea una atmósfera de tensión que apela a lo épico aparece en la pantalla: “La humanidad mira a las estrellas a la búsqueda de vida inteligente”. A continuación se desvanece todo en un fundido excepto la expresión “a las estrellas” que se transforma en “Ad astra”.
No es casual que esta película se denomine a través de un latinajo que hace alusión al pensamiento y a la ciencia y que, a su vez, haya sido utilizado como solemne fórmula de despedida para los héroes de esta mitología contemporánea.
La introducción a esta historia marca los parámetros sobre los que se va a mover el filme. Nada de acción sin sentido y de cara a la galería, solo la provocada por el argumento; un tratamiento del sonido realista, sin efectos exagerados, que, en comunión con la banda sonora instrumental, crea un contexto ambiental que invita a la introspección y un ritmo pausado, que no lento, que contribuye a ese escenario intimista que va a propiciar el desnudo emocional de su protagonista.
Para Roy McBride lo principal es su oficio de astronauta, el resto le resulta accesorio. Le acaba de dejar su mujer y tiene cuentas pendientes con un padre del que heredó, además de los genes, la vocación, y que le abandonó para embarcarse en un viaje a Neptuno del que nunca regresó. Ahora es el encargado de descubrir la verdad en torno a la desaparición de la fracasada expedición de su progenitor cuyos restos, treinta años después, amenazan al universo.
Resulta imposible separar el trayecto de McBride y su torturado monólogo interior en torno al cometido que tiene que llevar a cabo, expresado en forma de voz en off, de las cavilaciones de Charlie Marlow en El corazón de las tinieblas o del capitán Willard de Apocalypse now.
El espacio forma parte del paisaje sobre el que se dibuja esta odisea pero lo realmente fascinante e hipnótico no sucede en las estrellas sino en lo más profundo de este tipo que se enfrenta a sus fantasmas, a su ira, a su personalidad, que se encuentra atrapado por la alargada figura del prestigioso oficial Clifford McBride y por el temor que le provoca la sensación de que se puede estar convirtiendo en él como marido y padre en potencia y que hacen que se refugie en su profesión en lugar de en intentar amar y vivir, de ahí surge una intensa reflexión sobre la identidad pero, por encima de todo, un grito desesperado ante la sensación de una soledad infinita.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © New Regency Pictures, Plan B Entertainment, Twentieth Century Fox. Cortesía de Hispano Fox Films a través de Walt Disney Studios Motion Pictures. Reservados todos los derechos.
Ad astra
Dirección: James Gray
Guion: James Gray e Ethan Ross
Intérpretes: Brad Pitt, Liv Tyler, Tommy Lee Jones
Música: Max Richter
Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Duración: 122 min.
Estados Unidos, 2019
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