Las oleadas inflacionarias han comenzado a arreciar en la economía estadounidense en una espiral que puede ir in crescendo a medida que China comience a revaluar su moneda. Los consumidores del país del norte están pagando más por una serie de artículos, desde tabaco hasta automóviles. Esto apunta a un brote inflacionario que puede pillar por sorpresa a los estrategas monetarios de la Reserva Federal concentrados en una moderación de los precios al consumidor.
La tendencia de los precios de los servicios recuerda el período en 2003 y 2004 en el cual la Fed, entonces presidida por Alan Greenspan, advirtió de "una caída considerable y nada bienvenida de la inflación" y mantuvo la tasa de los préstamos interbancarios de 24 horas en un 1% durante casi un año. Ahora se sabe que aquellos tipos bajos condujeron al aumento pronunciado de las ventas que provocaron la burbuja y que a su vez precipitaron la recesión que comenzó en diciembre del 2007.
La política monetaria está generando ese mismo incentivo para apalancarse nuevamente y volver a caer en una crisis profunda. Y esta vez alcanzando una profundidad mayor dado el alto nivel de desempleo que impera en ese país y en el resto del mundo, y que debe comenzar a disminuir para evitar los conflictos sociales. El movimiento de los precios de la materias primas, sobretodo el lento pero imparable movimiento al alza del petróleo, amenaza con ejercer una sostenida presión inflacionaria.
Esto ha vuelto poner en el tapete la curva de Phillips, que establece una relación histórica entre el desempleo y los precios: mientras más alto sea el paro, una forma de flaqueza económica, más baja la tasa de inflación y viceversa.
Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización