La influencia inglesa en la Gran Logia de España

Publicado el 08 septiembre 2018 por Habitalia

Por Ramon Martí Blanc

Cíclicamente surge en el seno de la Gran Logia de España el sentimiento -sería más exacto decir la constatación- de que el gobierno y grandes decisiones de la misma, no están en manos de los masones de aquí sino en la decisión de los H.·.H.·. ingleses repartidos por Levante, Andalucía, Canarias y Baleares.

Dicha constatación junto al hecho que el derecho a voto en el Gran Cónclave sea exclusivo de los Maestros Instalados, hace que el gobierno de la G.L.E. sea totalmente presidencialista.

Para poder entender la situación actual hay que echar mano de la historia, y la historia nos sitúa cuando la fundación misma de la Gran Logia de España, por allá el año 1982, y su principal artífice y primer Gran Maestro, Luis Salat Gusils.

Ciertamente, la Gran Logia de España nació con un problema, al que podríamos denominar "el problema inglés" resultando paradójicamente ese mismo "problema" la clave de su estabilidad y gobernabilidad como Obediencia.

Cuando la legalización de la Orden Masónica en España después de cuarenta años de franquismo, dos masones que habían compartido Logia antes de la prohibición: Rafael Vilaplana y Luis Salat, se convirtieron en protagonistas de su restauración y dieron lugar a dos Obediencias que reflejaban las dos grandes tendencias dentro del mundo masónico internacional en ese momento del siglo XX. Vilaplana se decidió por alinearse con la tendencia del Gran Oriente de Francia y fundó la Gran Logia Simbólica Española. Salat, se comprometió con la tendencia de la Gran Logia Unida de Inglaterra que alineaba las Obediencias internacionales adheridas a sus postulados, fundando la Gran Logia de España y trayendo por vez primera a nuestro país la Regularidad anglosajona, hasta entonces totalmente desconocida.

La adhesión a la Regularidad anglosajona por parte de Luis Salat se llevó a cabo no directamente con los ingleses, sino a través de la Gran Logia Nacional Francesa, que fue quien consagró la G.L.E. a partir de un Distrito en el seno de la G.L.N.F. creado en Toulouse al efecto formado por españoles.

Los Hermanos españoles de la época abogaban en su mayor parte por un Rito masónico: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Rito que históricamente había sido mayoritario en España (junto al de Memphis Misraïm) en tiempos de la República, pero ya en tiempos del Distrito de Toulouse, cuando se estaba gestando el proyecto de creación de la Gran Logia de España, se puso como condición que la nueva Obediencia en ciernes, además también practicara el Rito de Emulación (rito eminentemente inglés) y el Rito Escocés Rectificado, estableciéndose una diversificación un tanto forzosa, de tal manera que los mismos Hermanos llegaron a practicar los tres Ritos en Logias distintas para cada rito; pero en el fuero interno, todo el mundo se sentía del R.E.A.A. aunque aceptaban a regañadientes esa imposición con el fin de situar de manera rápida la Masonería de nuestro país en el tablero masónico internacional, que supuestamente tantas ventajas tenía que aportar.

Pronto Luis Salat se dio cuenta que tenía que lidiar con las presiones del Supremo Consejo del Grado 33º para el R.E.A.A., el cual no se sentía precisamente muy "inglés". La presión era enorme y amenazaba la hegemonía de la incipiente y nueva Gran Logia de España, haciendo peligrar la "bendición" de Inglaterra.

En paralelo, el Gran Maestro Salat, se dio cuenta de la gran cantidad de masones extranjeros jubilados (básicamente ingleses, pero también alemanes y suecos, pertenecientes todos ellos a Obediencias en sus países alineadas con la Regularidad anglosajona) que habían venido a disfrutar su magnífica pensión (pagada en libras, marcos o coronas) en las económicas orillas del Mediterráneo. Rápidamente, se puso a negociar su incorporación a la nueva Obediencia Regular española y su aportación de experiencia masónica a la bisoñez de los "jóvenes masones" de estos pagos. La incorporación no fue fácil y requirió por parte de la G.L.E. compensaciones a los Hermanos extranjeros, que se tradujo en la exención del pago de capitaciones a la G.L.E. lo que de por sí ya resultaba un agravio para el resto de miembros españoles de la G.L.E. que tenían que abonar su capitación religiosamente.

También en paralelo, se estaba redactando la Constitución y Reglamentos de la G.L.E. y en la misma había que disponer la cualidad requerida para poder votar en el Gran Conclave y tener capacidad de elegir al Gran Maestro y Gran Tesorero. Se decidió que la cualificación requerida era que tendrían derecho a sufragio los Maestros Instalados, es decir, los Venerables Maestros de las Logias, tanto en ejercicio como los Pasados Maestros en anteriores ejercicios.

Esta disposición, añadía un atractivo para los Masones extranjeros, que estaban "desojando la margarita" sobre la conveniencia o no de su afiliación a la G.L.E. ya que muchos de esos veteranos masones, se encontraban ante la situación de que en su Logia de Inglaterra -normalmente muy numerosa- probablemente no llegarían nunca en su vida masónica a dirigir la Logia, mientras que en sus futuras Logias de la G.L.E. -previsiblemente con poca membresía- la posibilidad de alcanzar la Veneratura estaba asegurada, y más si la elección era tan solo por un año.

Y aquí se juntaron los intereses de unos y otros: los Hermanos extranjeros gozarían las mieles de los oropeles de ser Maestros Instalados (y del correspondiente reconocimiento en su Logia madre en Inglaterra) a cambio de su fidelidad de voto al Gran Maestro de la G.L.E., y Luis Salat se hacía con unos aliados fieles con los que poder oponerse a las pretensiones hegemónicas del Supremo Consejo, asegurándose una forma de gobierno presidencialista.

Finalmente se obtuvo "luz verde" a la doble afiliación por parte de Inglaterra, y Luis Salat se aseguró la estabilidad de gobierno perpetua para la Gran Logia de España.

Este mismo estado de cosas ha sido aprovechado por los Grandes Maestros posteriores, como Tom Sarobe, Josep Corominas, Josep Carretero y el actual Oscar de Alfonso. Incluso el "renovador" Josep Corominas que tantas expectativas había levantado no cambió en absoluto este estado de cosas, como tampoco las cambiará el Gran Maestro actual, por otra parte gran conocedor de toda la situación a que nos hemos referido, por haber sido anteriormente, segundo del G.M. Provincial de Levante Ian Hutchinson, para pasar después el mismo Óscar a ser Gran Maestro Provincial de Levante.

Así están las cosas. El estatus actual de la Gran Logia de España no puede ser roto, so pena de perder la Regularidad anglosajona, como en su momento le sucedió al Gran Oriente de Italia y a su Gran Maestro Giuliano di Bernardo. Sin embargo, esa misma "mano de hierro" garantiza la estabilidad de la Gran Logia de España. Luego, no ha de extrañar a nadie que el próximo Gran Maestro no hable la lengua de Cervantes, o que la sede social se desplace a Madrid ya que el posible ejecutivo salido de esas premisas previsiblemente no sea demasiado sensible a razones históricas.

Lo aquí expuesto es fruto de diecinueve años de permanencia y vida masónica en el seno de la Gran Logia de España, y habiendo conocido de cerca a todos los Grandes Maestros, a excepción del actual Gran Maestro, al que tendría que considerar en un escalafón de amistad, como decía Josep Pla, dentro de la categoría de los "saludados".