La ingeniera hidráulica romana en Pompeya

Por Angelrequena

La aportación latina a la ciencia quizá no sea tan considerable como la escrita en griego clásico pero nadie discute el valor de su ingeniería, sus construcciones, en especial sus obras públicas: calzadas, acueductos, puentes, alcantarillado o puertos. Para ejecutar obras de tal magnitud se requieren conocimientos matemáticos e instrumentos geométricos de cierta entidad. Pompeya es un lugar privilegiado como muestra parcial de ese saber técnico romano.

El agua llegaba a la ciudad a través del Acueducto Augusteo de 90 kilómetros y que seguramente ya había quedado dañado con el terremoto del año 62 previo a la erupción del 79. El agua se recogía en el castellum aquae, el distribuidor para toda la ciudad.

Se han recuperado unas 40 fuentes sencillas – como abrevaderos ortoédricos- de forma que distaban menos de cien metros entre ellas y facilitando el abastecimiento. Las fuentes son austeras, su único adorno es un bajorrelieve en el caño. Algunas se han recuperado intactas como fuentes públicas para los turistas.

El abastecimiento se completaba con el aprovechamiento del agua de la lluvia (impluvium) y su almacenamiento en cisternas o pozos.

Las lápidas romanas nos suelen dar cuenta de las herramientas que se usaban: mostramos una expuesta en el antiquarium.