La imagen ya es un clásico en la Bombonera. Ante cada gol que convierte Martín Palermo, el ex tesorero y actual responsable del marketing de Boca, Orlando Salvestrini, tacha con un fibrón un número más en una bandera colgada en su palco VIP con el muy "americano" título de “Palermo Countdown” (“La Cuenta Regresiva de Palermo”), en un supuesto intento por reflejar la cantidad de tantos que supuestamente le faltan al “Loco” para alcanzar como máximo goleador de la historia del club a Francisco Varallo.
Ahora bien: ¿está realmente Palermo a cuatro goles de Varallo como esa bandera pretende hacer creer? La respuesta es tan simple como contundente: no. Y, por supuesto, tiene una explicación clara.
No es casual, efectivamente, que el hombre del fibrón sea un especialista en mercadotecnia, a cargo tanto de la empresa creada por la administración Macri para explotar y controlar el merchandising del club (Boca Crece SA) como de las acciones de marketing social que Boca ejerce a través de su Departamento de Socios.
Y es que tales “funciones” de Salvestrini están muy relacionadas con lo que representa una “campaña” que, lejos de pretender reflejar fielmente un hecho histórico, no intenta más que promover la figura del actual “nueve” boquense como una pura, lisa y llana estrategia de marketing.
La verdad, efectivamente, es muy distinta a la que pretende hacer creer Salvestrini: Palermo no está a cuatro goles de Varallo, sino a 18. Pero, para colmo, aún alcanzando al gran “Cañoncito” de los años ’30 no será el máximo goleador histórico de la institución, récord que está en manos de Roberto “Cabecita de Oro” Cherro con 221 tantos convertidos entre 1926 y 1938.
Segundo ya sí aparece en ese ordenamiento Varallo, quien acumula 194 goles marcados entre 1931 y 1939. Y tercero tampoco viene Palermo sino Domingo Tarasconi, quien marcó oficialmente un tanto menos que “Cañoncito” (193) entre 1922 y 1931.
Ocurre que, contra lo que creen o pretenden hacer creer algunos por pereza investigativa, afán promocional o simple desconocimiento, la historia de las competencias del fútbol argentino de carácter “oficial” -y que por ende deben ser tenidas en cualquier estadística que se precie de ser completa- no arranca en 1931 con el inicio de la era profesional, sino mucho antes. Más precisamente, a comienzos de la última década del Siglo XIX, con el inicio de los campeonatos amateurs organizados por las primeras asociaciones que antecedieron a la actual AFA.
Decir lo contrario sería tan erróneo como afirmar que la historia del país comienza con la Asamblea Constituyente de 1853, por citar una fecha histórica cualquiera que, como mucho, marcaría la culminación de un proceso y el comienzo de otro dentro de uno bastante mayor iniciado por supuesto anteriormente.
Por eso, en caso de tener solamente en cuenta la era profesional, toda estadística debe estar acompañada de la aclaración correspondiente ya sea en su título, su enunciado o un texto aparte, y no pretender reflejar “la historia” en general de un club o del fútbol argentino.
Ahora bien, en el supuesto caso de que lo que se buscara determinar fuera el máximo artillero de Boca EN LA ERA PROFESIONAL, como por ende debería aclararse siempre en el caso de Palermo/Varallo si no se menciona a Cherro y Tarasconi, igualmente el actual delantero “xeneize” no estaría a los seis goles que se dice le faltan para alcanzar a Varallo como máximo anotador del club en ese período, sino, como ya quedó dicho, a 20. Al menos, si lo que se pretende tomar en cuenta es, como se dice, los goles convertidos por uno y otro en certámenes “oficiales”.
La explicación es que así como en ese caso a Palermo no se le asignan solamente los 144 goles que marcó en certámenes de Primera División de la AFA con la casaca boquense, sino también los 30 que hizo en torneos internacionales como las copas Libertadores, Intercontinental y Sudamericana, a los 180 que Varallo marcó para Boca en certámenes regulares de Primera -y que por ende le computa Salvestrini- debieran sumársele los 14 que convirtió con la "auriazul" en otros torneos domésticos como la Copa Competencia, la Copa de Honor Beccar Varela y la Copa Adrián Escobar, también oficiales por cuanto fueron organizadas y validados por las asociaciones nacionales existentes en ese momento en la Argentina.
Vale decir que, con tal de promover la figura del actual goleador boquense, se mide con dos varas o criterios diferentes lo hecho por él y por el también platense “Cañoncito”, lo que sin dudas representa una gran injusticia y algo inadmisible en cualquier trabajo estadístico. Máxime, cuando en la época de Varallo no existían las múltiples competencias internacionales de estos tiempos, que permiten a un futbolista jugar muchos más partidos oficiales que los que jugaban los de la década del ’30.
Por esa misma razón, incluso, lo más justo en este caso sería evitar tener en cuenta otros encuentros además de los correspondientes a torneos regulares de Primera División de la AFA o sus antecesoras, método que aseguraría una medición mucho más justa ya que la cantidad de veces que uno y otro jugaron anualmente por ese tipo de campeonatos no es muy diferente ni favorecería de entrada a alguno de los dos. Cabe recordar que en ese caso Palermo acumularía 144 tantos en total con la camiseta "xeneize", en tanto que Varallo mantendría los 180 que todos le asignan.
De contemplarse también lo hecho en otros torneos “oficiales”, eso sí, lo mínimo que puede pedirse es que se tenga en cuenta efectivamente a TODOS los partidos de ese tipo jugados por Palermo y Varallo además de los correspondientes al certámen doméstico tradicional, y no sólo los que disputó el actual goleador boquense como lo hace Salvestrini.
Para ser seria, precisa y justa, en definitiva, toda estadística debe ser hecha con criterio. Y eso implica no sólo tener bien claro el parámetro elegido, enunciarlo correctamente y ser coherente con esa elección, sino también partir de condiciones equitativas que permitan hacer las comparaciones del caso con justicia, sin apasionamientos y teniendo en cuenta que lo importante nunca es ni debe ser la estadística en sí, sino lo que esa estadística debe reflejar más allá de gustos o conveniencias ocasionales.