La inmadurez y la tibieza dentro de la iglesia

Siempre han existido y existirán porque la Iglesia como se suele decir está formada por hombres. Ojalá fuera esto verdad. No será más bien que hay muy pocos hombres, porque lo que hay son niños con cuerpo de adulto que no han llegado a madurar. Dentro y fuera de la Iglesia , la sociedad en la que vivimos es muy inmadura.
Por eso no se llama a las cosas por su nombre, y se permite todo y todo vale. Y por eso un monje se sale del monasterio para afiliarse a un partido que proclama el aborto libre y subvencionado por el Estado . Por eso se defiende a los pobres,( muy bien), pero a los pobres niños que nunca verán la luz del día nadie les defiende.Las personas inmaduras dentro de la Iglesia que tienen un gran vacío afectivo buscan llenarlo de cualquier forma y luego pretender disfrazarlo de intelectualismo, política o amor a los pobres. Pero no cuela. A las personas con una espiritualidad sana y coherente no les engañan. Al pan al pan y al vino vino. Hay muchas personas que quieren conservar su puesto dentro de la Iglesia, tal vez por la seguridad económica que esta les da, pero en realidad nunca han tenido vocación. O sí pero al final se han sentido atraídos por el mundo y no toman la decisión de dejar a Dios para seguir al mundo y se mantienen en una tibieza que lo único que hace es perjudicarles a ellos y a la sociedad, porque la falta de coherencia no trae paz al espíritu. Intentar compatibilizar el servicio a Dios con el amor a la notoriedad, a la fama y a los falsos afectos, es una batalla perdida desde el principio. Es una especie de esquizofrenia que divide el alma. Y por eso nos encontramos en un mundo dividido. Y lo peor es decir que eso está acorde con el mensaje de Jesús. Quien dice eso no ha leído el Evangelio. Si lo que quieres es un minuto de gloria o muchos minutos de gloria humana, me parece muy bien, pero no digas que lo haces por Dios. Por favor, basta de mentiras. Un poco de coherencia. Basta ya de intentar confundir, de intentar manipular la palabra de Dios, de utilizar a Jesús como bandera de cualquier movimiento. No cuela, de verdad.