La inmigración española y europea en la Argentina

Por Manu Perez @revistadehisto

La inmigración en Argentina no es un proceso contemporáneo, sino que en realidad se remonta a los primeros siglos de la época colonial (siglos XVI y XVII), en la cual muchos europeos llegaron al territorio como funcionarios, administrativos, religiosos o comerciantes. Estos eran, en su gran mayoría (por no decir su totalidad), peninsulares, y muchos de ellos llegaron como enviados por la Corona de los Austrias, para que se desempeñaran como funcionarios públicos o miembros de la Iglesia Católica, o bien como colonizadores, con el fin de poner en explotación los recursos americanos en beneficio de la Corona, y sin dudas también para beneficio de los mismos.

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La inmigración española y europea en la Argentina

Recordemos que para muchos españoles, sobre todo para los individuos pertenecientes a sectores socioeconómicamente no privilegiados, la conquista y colonización del territorio americano significaba una importante válvula de escape para su situación económica y social, en cuanto tenían la posibilidad de conseguir extensas y ricas porciones territoriales para explotar, y además les servía desde el punto de vista de que un número considerable de los mismos hacían carrera política y militar como funcionarios de la Corona o de la Iglesia.

Sin embargo, no hay que hablar de inmigrantes propiamente dichos durante este período, puesto que todavía nos encontramos ante el período de la colonia, en el cual todavía no existían los Estados independientes, y los territorios pertenecían a la Corona española. Es por eso que no podemos hablar de extranjeros ni de inmigrantes, sino de peninsulares que se trasladaban por diversos motivos al suelo americano, suelo del cual se apropiaron durante la conquista y la colonización.

Durante el siglo XVIII la cantidad de europeos creció, sobre todo a partir de las Reformas Borbónicas encabezadas por los nuevos reyes del Imperio español, los cuales trataron de fortalecer la administración estatal en todos los sentidos, desde la economía hasta la protección militar, pero sobre todo lo relacionado con el fisco regio y la administración. De esta manera, con la introducción de nuevos funcionarios públicos, muchos españoles llegaron al territorio como delegados del Absolutismo. Este crecimiento ‘‘inmigratorio’’ de finales del siglo XVIII se detuvo a principios del siglo XIX, a causa del estallido de las guerras europeas en el marco de la expansión napoleónica (1804-1815), y luego con el comenzar de las guerras de independencia hispanoamericanas.

Podría decirse que este período de receso de la inmigración en nuestro territorio comenzó a reactivarse a partir de las décadas de 1830 y 1840, cuando las guerras de independencia ya habían finalizado. Sin embargo, este resurgimiento de la llegada de europeos se vio algo limitado, sobre todo por las Guerras Civiles (1810-1852) y el período del régimen rosista (1829-1852), marcados por los conflictos de carácter político-económico entre Buenos Aires y el resto de las provincias, y por la consolidación de un régimen autoritario.

Durante la decadencia del régimen rosista, la llegada de españoles se recuperó, al mismo tiempo que otros europeos comenzaron a emigrar hacia América del Sur. Este fue el caso, por ejemplo, de los franceses, vascos e irlandeses, sobre todo a partir de la gran crisis política y económica de 1848.

Los españoles ocuparon los principales cargos políticos y se desempeñaron como los comerciantes más destacados en la época colonial. Fuente: http://sigoaprendiendomas.blogspot.com.ar/2010_07_01_archive.html

La concepción del inmigrante y su status social no fue la misma en toda nuestra historia. Durante el siglo XVIII, los españoles y los que no lo eran estaba bien diferenciados de hecho, siendo los primeros los principales beneficiados por el sistema colonial, en cuanto ostentaban los principales cargos públicos y gozaban de un mayor nivel socioeconómico. Esta concepción cambiaría rotundamente durante el siglo XIX, cuando la inmigración fue considerada un instrumento esencial en la creación de una sociedad y una comunidad política modernas. Además, estos habían llegado en otro contexto y desde otros puntos de Europa, con el fin de escapar de una determinada realidad política y/o económica muy adversa.

Muchos eran campesinos y obreros muy empobrecidos o exiliados políticos. Sin embargo, un gran porcentaje de estos lograron mejorar su condición, integrándose al sistema productivo de la economía agro-exportadora o bien entrando en las filas del ejército.

Durante el período 1852-1876 surge otra noción del inmigrante, directamente relacionada con las ideas liberales europeizantes de los miembros intelectuales de la conocida como Generación del ’37, sobre todo Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, quienes les atribuían un fuerte carácter civilizatorio. Además, esta nueva corriente se apoyó en la Constitución de 1853, y posteriormente con la Ley de inmigración y colonización lanzada en 1876, durante el gobierno presidencial de Nicolás Avellaneda.

Inmigrantes italianos en Buenos Aires. Fuente: http://www.transpanish.biz/translation_blog/italianisms-in-lunfardo-part-ii/

La mencionada ley fue la primera en dar por primera vez en la Argentina una definición de inmigrante útil para reconocer quiénes eran aquellos que tenían derechos de beneficiarse de la protección del Estado Argentino y quiénes no. Según la misma, un inmigrante era el europeo, todo aquel que llegara a nuestro territorio proveniente de los puertos de Europa.

Así, claramente se excluye de la concepción a las personas provenientes de los demás países latinoamericanos, africanos y asiáticos. No consideraba inmigrantes a los mayores de 60 años, ni tampoco a los que llegaban en segunda o tercer clase. De esta manera, vemos una visión del inmigrante como fuerza de trabajo especializada, en el marco de una economía agrícola-ganadera en expansión que estaba consolidándose y creciendo cada vez más (el crecimiento sería aún mayor a partir de la Campaña al Desierto de 1879-1880 y la obtención de nuevas tierras productivas). Así, millones de foráneos llegaron, siendo integrados como mano de obra dentro de la economía rural agro-exportadora y en la creciente urbanización que se estaba dando en las principales ciudades.

Autor: Mauro Luis Pelozatto Reilly revistadehistoria.es

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Referencias bibliográficas y Fuentes

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