La inmoralidad indecente del ministro Montoro

Publicado el 19 septiembre 2012 por Franky
Asistí a muchas conferencias y debates de Montoro cuando era él miembro de la oposición y aquella imagen que proyectaba de tipo capaz y sensible nada tiene que ver con la actual, en la que el ya ministro luce una arrogancia, una torpeza y una capacidad de injusticia, desde el poder, que no merecen ser soportadas por un pueblo de hombres y mujeres libres. --- El ministro Montoro ha arrojado más leña al fuego y nos ha acercado todavía más al Apocalipsis cuando afirmó que en las cajas públicas no hay dinero para pagar nóminas y que por eso había que subir el IVA y practicar mas recortes. En apariencia es un argumento sólido, pero, analizado con serenidad y juicio, es una inmoralidad indecente, propia de un sátrapa y jamás digna de un demócrata porque no se puede amenazar con no pagar nóminas a los trabajadores cuando se siguen pagando subvenciones a los partidos políticos, negándose a reducir el número de liberados sindicales, contratando amigos y asesores del PP en las administraciones públicas, manteniendo a los cientos de miles de ineptos que están colocados en el Estado sin otro mérito que tener carné de partido, y dejando incólume un Estado de las Autonomías que, a todas luces, es irracional e incosteable.

La falacia y el chantaje de Montoro es el mismo que practica Rajoy cuando afirma que no puede hacer otra cosa que la que hace, a pesar de que ha optado por castigar a ciudadanos y empresas con impuestos, tasas y recortes, mientras se niega sistemáticamente a lo más lógico y eficaz, que es disminuir el gasto, como hacen las familias cuando están en crisis.

Si algún día estos gobernantes se atreven a cruzar la línea roja y recortan las pensiones, mientras siguen contratando a tipos con carné del PP en las administraciones públicas y se niegan a adelgazar el Estado, cerrando instituciones, empresas y chiringuitos inútiles pero llenos de parásitos políticos enchufados, entonces la ignominia habrá alcanzado cotas que exigen que los ciudadanos, indignados, con razón y rabiosos, salgan a la calle hasta conseguir nuevas elecciones y que el poder sea ocupado por personas con la suficiente capacidad, dignidad y coraje para gobernar un país de ciudadanos libres.

Las pensiones, en una país como España donde la familia actúa como freno de la desesperación y como colchón amortiguador de tensiones, dramas y carencias, son sagradas. Las pensiones de los abuelos sirven en la España actual para que coman dos o tres generaciones desempleadas y arrojadas a la pobreza por la crisis. Si esas pensiones bajan, el gobierno cometerá una estupidez más, quizás la más grave de todas, y abrirá de par en par las puertas de la rebeldía ciudadana contra una casta que está batiendo casi todos los records posibles de ineptitud, insensibilidad, arrogancia, injusticia y torpeza.