La inquietante atmósfera del Baztán – Crítica de “El guardián invisible” (2016)

Publicado el 08 marzo 2017 por Manuzapata @vivazapatanet

Cuando saltó la noticia de que la trilogía del Baztán de Dolores Redondo iba a ser transformada en miniserie por los responsables de la saga Millenium, los comentarios acerca del atractivo que había despertado en los nórdicos se centraban en que su ambientación, a pesar de estar ubicada en el valle navarro, remitía a esos paisajes y esa climatología que rodea la literatura negra escandinava que tan en boga se encuentra desde el éxito póstumo de Stieg Larsson. El proyecto, rodado finalmente en formato cinematográfico, ha contado con la colaboración e infraestructura de Atresmedia que, con el realizador Pamplonés Fernando González Molina como maestro de ceremonias, ya se encargó con éxito de trasladar Palmeras en la nieve a la pantalla grande.

Tanto en las imágenes como en la novela pueden apreciarse vestigios que remiten a Los casos del departamento Q de Jussi Adler-Olsen o a la melancolía que desprende el Kurt Wallander de Henning Mankel. Pero la referencia directa del libro, y por definición de su versión fílmica, nos lleva a mirar a Thomas Harris y su exitosa El silencio de los corderos.

Nos encontramos a otra mujer aparentemente dura pero frágil en su fuero interno, con un trauma infantil que le atormenta, formada, al igual que Clarice Starling, en el Departamento de Ciencias del Comportamiento del FBI en Quántico, Virginia, que se ve obligada a regresar a sus raíces, a su Elizondo natal, pero también a lo más profundo de su subconsciente, para dar con la clave que le ayude a resolver el caso de un asesino en serie que mata a chicas adolescentes de la zona. 

La complejidad del personaje de la inspectora Amaia Salazar, encarnada por una excelente Marta Etura, es la clave para amarrarse a una historia que comienza de modo convencional pero a la que las vinculaciones familiares de la protagonista confieren ese atractivo que provoca el interés del espectador. La firmeza, decisión e integridad de los primeros momentos se tornan en vulnerabilidad e inseguridad, e incluso llegan a sembrar la duda con cierta oscuridad, distancia y frialdad hacia su hermana mayor y una madre cuyo recuerdo fantasmagórico la persigue constantemente.

 

El brillante desempeño de González Molina tras la cámara proyecta una atmósfera densa y desasosegante, fotografiada entre brumas y lluvia y subrayada por la fantástica música de Fernando Velázquez. La autenticidad del relato se enriquece por la utilización de las localizaciones originales sin llegar en ningún momento a desvirtuarse por ese toque místico, de realismo mágico un tanto turbador, que le confiere la introducción del Basajaun, ese ser mitológico que cuida del equilibrio del bosque.

 

El único pero achacable a la cinta, herencia de su fuente, lo excesivamente literario del lenguaje con el que se construyen algunos diálogos, que resta naturalidad y verosimilitud a lo que se está contando, hecho que tal vez se deba a un excesivo respeto por el original y su autora, cuyo fugaz cameo, cual inquietante presencia, no pasa inadvertido en el funeral de una de las víctimas.

Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.

Copyright imágenes  © Nostromo Pictures, Atresmedia cine, Nadcon Film, Zweites Deutsches Fernsehen (ZDF), ARTE. Cortesía de DeA Planeta. Reservados todos los derechos.

El guardián invisible

Dirección: Fernando González Molina

Guión: Luiso Berdejo, basado en la novela homónima de Dolores Redondo

Intérpretes: Marta Etura, Elvira Mínguez, Francesc Orella

Música: Fernando Velázquez

Fotografía: Flavio Martínez Labiano

Duración: 129 min.

España, Alemania 2016

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