Madrid, 22 de julio de 2011, Manuel Fernández López, 'Lito'
En una de las últimas y poco operativas reuniones de ministros europeos de Economía, la vicepresidenta española de Asuntos Económicos, Elena Salgado, trataba de explicarle a uno de sus colegas uno de los sabios refranes castellanos: "Mal de muchos, consuelo de tontos".
Parece razonable que la ministra de Economía quisiera hacer ver a su interlocutor cómo pueden estar percibiendo los ciudadanos la incertidumbre que crea la debilidad de esta Unión Europea, cada vez más paralizada y resquebrajada ante la insaciable voracidad de ese ente etéreo que se ha dado en llamar los mercados. Ellos, los mercados, campan a sus anchas, dictan normas, miden los riesgos de los países en apuros, ponen a los Gobiernos a los pies de sus caballos y luego gestionan los créditos que pueden concederse, obteniendo con todo ello pingües beneficios, tanto para ellos como para sus clientes, los prestamistas.