La Insitución de Libre Enseñanza

Publicado el 02 septiembre 2015 por Habitalia
En España la palabra masonería se ha interpretado con demasiada frecuencia como sinónimo de anticristianismo, complot político, contubernio económico, sectarismo fanático y en definitiva de todo lo perverso y oscurantista.

Esta misma injusticia se ha cometido con la Institución Libre de Enseñanza. Un acercamiento a la tradición del pensamiento masónico europeo permite apreciar la envergadura histórica de nuestro pasado liberal y, dentro de él, de laInstitución Libre de Enseñanza creada en 1876.

El Hermano Luis Jiménez de Asúa (1889-1970) catedrático y político español, vicepresidente de las Cortes y representante de España ante las Naciones Unidas. Durante la dictadura franquista se exilió en Argentina y México. En la foto, segundo por la izquierda, como embajador de España en Praga

Sus postulados van más allá del estrecho límite de unas fronteras, tienen sabor universal y, de hecho, deben entenderse dentro de una tradición de pensamiento europeo que les antecede y que hoy tiene plena vigencia. Un análisis del movimiento krausista se generó tras la muerte de Krause, la Universidad Libre de Bruselas, delInstituto de Enseñanza de A. Sluys, y de las ligas de educación belga y francesa.

La Institución Libre de Enseñanza (ILE) fue la cristalización más palpable del krausismo español decimonónico. Lo que pretendieron los primeros krausistas fue llevar a cabo un proyecto de renovación nacional más que un simple intento de renovación pedagógica. Para lograrlo optaron por transformar la sociedad a través de la vía educativa rechazando los métodos violentos y revolucionarios. El cambio era más lento pero más seguro, y la esperada renovación debería ser más profunda pues, pensaban, de nada servía cambiar las estructuras externas sin haber cambiado antes al hombre. No es casual, por tanto, que aquellos hombres que habían conocido los vaivenes de la política educativa española y sufrido en carne propia los dogmatismos políticos y religiosos imperantes, presenten como paradigma de su ideal una institución de enseñanza señalada con el calificativo de libre.

Es de destacar la coincidencia entre los principios de neutralidad política religiosa y filosófica proclamados por el artículo 15 del Reglamento de la ILE y los planteamientos ideológicos de las Constituciones de Anderson.

En primer lugar por la asimilación que los krausistas españoles hicieron del pensamiento masónico de Krause, tanto a través de su Ideal de la Humanidad como del trabajo que publicó en el Tagblatt des Menschheitlebens traducido por Sanz del Río. En segundo lugar, el primer modelo educativo de la ILE fue la masónica Universidad Libre de Bruselas, destacando el krausista Tiberghien, afiliado a la logia Los Amigos Filántropos de Bruselas. La ILE se inspiró también en la Escuela Modelo de A. Sluys, compañero de logia de Tiberghien. En tercer lugar, muchos hombres importantes ligados a la ILE pertenecieron a la masonería; entre otros, Francisco de Paula Poveda Montes, Antonio Machado Núñez, Tomás Romero de Castilla (hijo), Odón de Buen, Rafael Rodríguez Méndez, Federico Rubio Amoedo, Eleuterio Maisonnave, Segismundo Moret, los hermanos Fernández Ferraz, Luis Simarro, Rodolfo Llopis, Fernando de los Ríos, los hermanos Barnés, Luis Jiménez Asúa, etc. Ni Francisco Giner de los Ríos, ni Cossío, ni la mayor parte de los primeros krausoinstitucionistas pertenecieron a la Orden del Gran Arquitecto del Universo. Sin embargo no puede negarse la importante influencia de la masonería sobre la ILE. Desde una perspectiva científica las tesis descalificadoras de Ortí Lara, Menéndez Pelayo, E. Herrera Oria, o de los autores del malintencionado libro titulado Una poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza, no soportan hoy una crítica seria.

La ILE dentro de la tradición universalista masónica, no se limita al espíritu general de neutralidad, tolerancia, armonía y universalismo. Además, descansaba en las bases pedagógicas diseñadas por Krause: distinción entre educación e instrucción; educación para la autoeducación; educación en libertad y amor; educación armónica en diversos aspectos: humana-general e individual-específica, del cuerpo y del espíritu, de ambos sexos (coeducación), del conocimiento, de la voluntad y del sentimiento; educación en profundo respeto frente al educando; educación para y en contacto con la vida; importancia central de la educación religiosa; importancia de la familia en la educación; importancia de la educación de la mujer con los mismos derechos que el hombre; educación en amor a la naturaleza; importancia del juego; importancia de las actividades manuales y creativas; educación est ética, etc.

La similitud entre estos principios y las orientaciones pedagógicas que caracterizaron a la Institución Libre de Enseñanza es verdaderamente llamativa.

Extractado de. P. Álvarez Lázaro, "La Institución Libre de Enseñanza y el universalismo masónico europeo", en Revista de Occidente, nº 101 (octubre, 1989), pp. 88-106.

LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

La Institución Libre de Enseñanza o ILE fue un famoso intento pedagógico que se realizó en España, inspirado en la filosofía de Karl Christian Friedrich Krause que tuvo una repercusión excepcional en la vida intelectual de la nación. Fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos ( Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro Sainz Rueda y Nicolás Salmerón, entre otros) separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial en materia religiosa, política o moral. En efecto, tras la puesta en marcha del modelo político de Cánovas en 1875 mediante el "Decreto Orovio", se suspendió la libertad de cátedra en España "si se atentaba contra los dogmas de fe", para afianzar un principio integrista que hacía de la nación un proyecto sostenido en la providencia divina. Su aplicación apartó a muchos intelectuales de la Universidad, originando la creación de la Institución Libre de Enseñanza, en 1876.

En consecuencia, tuvieron que proseguir su labor educativa al margen del Estado creando un establecimiento educativo privado laico, que empezó en primer lugar por la enseñanza universitaria y después se extendió a la educación primaria y secundaria.

Apoyaron el proyecto los intelectuales más progresistas del país: Joaquín Costa, Augusto González de Linares, Hermenegildo Giner, Federico Rubio y otras personalidades comprometidas en la renovación educativa, cultural y social.

A partir de 1881 empezaron a enseñar en la ILE profesores formados en ella ( Manuel Bartolomé Cossío, que sucederá a Giner al frente de la Institución, Ricardo Rubio, Pedro Blanco, Ángel do Rego, José Ontañón, Pedro Jiménez-Landi, etc.), realizando una labor que consolidó el proyecto y aseguró su futuro, de forma que hasta la Guerra Civil de 1936 se convirtió en el centro de toda una época de la cultura española y en cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas extranjeras.

Así lo testifica la nómina de colaboradores del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza: Bertrand Russell, Henri Bergson, Charles Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio d'Ors o Ramón Pérez de Ayala, algunas de ellas íntimamente vinculadas con la Institución, como Julián Sanz del Río, Antonio Machado Álvarez, Antonio Machado y su hermano Manuel Machado, Julio Rey Pastor, Constancio Bernaldo de Quirós, Luis Simarro, Nicolás Achúcarro, Francisco Barnés Salinas o Alice Pestana.

A través de una red de institutos asociados a la ILE se investigó sobre el pasado español (el llamado Centro de Estudios Históricos, dirigido por el fundador de la filología hispánica, Ramón Menéndez Pidal) o se puso en contacto a las elites artísticas con las vanguardias europeas (Residencia de Estudiantes, organizada por Alberto Jiménez Fraud) y científicas (Junta para Ampliación de Estudios, organizada por el institucionista José Castillejo). De ella dependían los ya citados Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales y la Residencia de Estudiantes establecida en la calle Pinar de Madrid, auténtico vivero de escritores y artistas y lugar donde Albert Einstein dio una de las conferencias que ofreció en su viaje a España en 1923. Los intentos de renovación pedagógica cristalizaron desde 1907 hasta 1936 en iniciativas pioneras, como el Instituto Escuela, las colonias escolares de vacaciones, la Universidad Internacional de verano o las llamadas Misiones pedagógicas que actuaron bajo el amparo de la Segunda República con el fin de divulgar la cultura entre los pueblos de la España profunda donde jamás había llegado.

La generación del 27 es, en cierta manera, una emanación de la Institución Libre de Enseñanza, y obra de la ILE fue, sin duda alguna, alcanzar la sintonía cultural y científica con Europa poco antes de que todo este esfuerzo de modernización se viniera abajo con la Guerra Civil Española, durante la cual se confiscaron todos sus bienes y la mayoría de los institucionistas tuvo que marchar al exilio, mientras que los que se quedaron hubieron de enfrentarse a la censura, la persecución solapada o abierta o el ninguneo de su labor, que era considerada antinacional y antihispánica por sus detractores. Fuera, el exilio se dispersó por Europa y sobre todo Hispanoamérica, donde ejerció una labor fecundadora de la vida cultural de esos países.

A día de hoy los fondos de la ILE son gestionados por la Fundación Francisco Giner de los Ríos, creada para dicho fin. El influjo de la ILE fue determinante para que los poderes públicos emprendieran una serie de reformas que España necesitaba en los terrenos jurídico, educativo y social.

Tras la muerte en 1915 de su principal inspirador, Francisco Giner de los Ríos, se creó la fundación que lleva su nombre el 14 de junio de 1916 con el encargo de velar por el patrimonio de la ILE y proseguir su tarea educadora.

* Primera promoción: Son fundamentalmente los hombres congregados de un modo u otro en torno a Giner de los Ríos después de su vuelta a la Universidad en 1881, tras la expulsión de 1875, entre ellos: Manuel Bartolomé Cossío, Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), Alfredo Calderón, Eduardo Soler, Jacinto Messia, Adolfo Posada, Pedro Dorado Montero, Aniceto Sela, Rafael Altamira, etc.

* Segunda promoción: Giner los denominaba sus "hijos": Julián Besteiro, Pedro Corominas, José Manuel Pedregal, Martín Navarro Flores, Bernaldo de Quirós, Manuel y Antonio Machado, Domingo Barnés, José Castillejo, Gonzalo Jiménez de la Espada, Luis de Zulueta, Fernando de los Ríos, etc.

* Tercera promoción: Nacidos entre 1880 y 1890, son reconocidos como los "nietos" de Giner; suelen mencionarse entre los más destacados a José Pijoán, Juan Ramón Jiménez, Francisco Ribera Pastor, José Ortega y Gasset, Américo Castro, Gregorio Marañón, Manuel García Morente, Lorenzo Luzuriaga, Pablo de Azcárate, Alberto Jiménez Fraud, etc.

Fundación Francisco Giner de los Ríos: http://www.fundacionginer.org/