La intencionalidad como estructura de la conciencia según Husserl

Por Garatxa @garatxa
La fenomenología sostiene que la filosofía tiene como campo temático a los fenómenos: a todo lo que aparece, se muestra, se presenta. Pero esto es en exceso genérico. La tesis concreta de Husserl (con la que no están de acuerdo todos los fenomenólogos) es que lo primero y básico que se presenta con certeza son los “fenómenos de conciencia” o “las vivencias” (Husserl es aquí el heredero por una parte de Descartes –según el cual lo primero evidente es la “autoconciencia”- y por otra parte de Kant –según su idealismo el Sujeto humano es el fundamento del mundo, desplazando así a Dios de su pretérita posición central; en la modernidad, y esto es algo aceptado y apoyado por Husserl, triunfa el “antropocentrismo”, el “idealismo”, surgido en contraposición al teocentrismo anterior).
La tesis de que la estructura o esencia de la conciencia es una propiedad de las vivencias denominada “intencionalidad” es un elemento clave en la versión idealista de la fenomenología. La tradicional tesis realista declara la completa primacía del objeto, la prioridad del mundo (él parece que “está ahí” aunque no esté yo, etc.). Pero Husserl, en base a la “intencionalidad de la conciencia”, sostiene que el mundo de los objetos no es nada sin el Yo (sin un yo que lo capte, que lo entienda, que lo viva el mundo “no sería nada”). Esta primacía del Yo o de la Conciencia tiene un carácter “reflexivo”: implica un volverse desde el mundo (objeto) hacia el yo (sujeto); tenemos otra vez aquí lo que venimos subrayando: Husserl insiste en que el tema de la fenomenología, sus fenómenos principales y centrales, son los “fenómenos de la conciencia” (estamos aquí pues ante la primacía de la autoconciencia, de la conciencia del yo, etc.).
¿Qué es pues la “intencionalidad”? En primer lugar es la esencia (o la “estructura”) de la conciencia (la fenomenología, según esa fase del método llamada “reducción eidética”, pretende pasar una y otra vez de los hechos contingentes y particulares a sus esencias necesarias y universales –estamos aquí ante una herencia platónica). ¿Cómo definirla por lo tanto? De este modo: “toda conciencia es conciencia de algo”. Expliquemos esto un poco más.

Vivencia intencional


Cada vivencia de la conciencia, afirma Husserl, capta “algo” (un “objeto”, algo que aparece siendo esto o siendo aquello). En la vivencia perceptiva algo es percibido (un árbol, una mesa, un sonido); en la vivencia amorosa algo es amado; en la vivencia del recuerdo algo es rememorado cada vez (un suceso del pasado). Husserl acude aquí a dos términos griegos: noesis y noema. La noesis es la vivencia de la conciencia, el “polo subjetivo”, y el noema es todo aquello percibido, amado, recordado, fantaseado, etc., es, pues, el “polo objetivo” de la intencionalidad.
Husserl desarrolla una interpretación idealista de la intencionalidad (siguiendo la estela de Kant). ¿Qué significa esto? Que entiende la “relación intencional” según el modelo “Sujeto -->  objeto” (la flecha aquí precisamente simboliza la intencionalidad). Cabe destacar que otros fenomenólogos han rechazado esta interpretación idealista de la intencionalidad. Por ejemplo, Heidegger, cuando dice que la existencia humana es ser-en-el-mundo, también Ortega cuando sostiene que “yo soy yo y mi circunstancia”; ambos autores rechazan la validez del modelo “Sujeto --> objeto”; aceptan la correlación del hombre y el mundo pero entienden que esta no implica, al contrario que Kant y Husserl, la primacía completa del primer factor sobre el segundo (hombre y mundo son inseparables, correlativos, imprescindibles, pero sin que se pueda establecer entre ellos una jerarquía absoluta). Hay aquí, en definitiva, un tema controvertido en la filosofía contemporánea (¿cabe ir más allá del antropocentrismo sin volver al teocentrismo?).