Rompo mi promesa de no escribir. Permítanme un breve apunte antes de pirarme.
Montse Armengou es una veteranísima periodista de TV3, adscrita durante muchos años al laureado programa 30 minuts. No exagero si la considero una de las mejores reporteras y documentalistas televisivas que ha dado España, aunque casi nadie la conozca fuera de Cataluña. En su brillantísimo currículum figuran piezas como Las fosas del silencio (el primer trabajo periodístico que abordó en profundidad los esfuerzos que una asociación leonesa estaba haciendo para desenterrar a sus familiares asesinados durante la guerra y enterrados en cunetas, cuando nadie hablaba de ello ni suscitaba debate alguno), Los niños perdidos del franquismo (sobre los huérfanos de rojos asesinados o hijos de encarcelados, con los que la red de Auxilio Social de Falange traficó y entregó a familias de derechas que no podían tener hijos) o el estremecedor El convoy de los 927, un aterrador reportaje montado con testimonios de los supervivientes españoles de un tren que salió de la estación de Angulema con destino a Mauthausen.
El trabajo de Armengou es sobrio, honesto, pulcro, finamente documentado, sin histerismos ni dramatizaciones. Es de la escuela periodística que enseña que las tragedias no requieren acentos ni adjetivos: basta con mostrarlas con una enunciación limpia y lineal para que impacten con toda su fuerza. Armengou no pertenece a ese club de reporteros intrépidos que dan lecciones de moral porque dicen que han visto el horror y bla, bla, bla. Armengou ha cimentado su reputación sobre el trabajo aseado, paciente y artesano. Una rara avis en el periodismo español.
Su último documental se titula ¿Monarquía o República?, y debía haberse emitido en TV3 hace unos días. Pero la cadena lo sacó de la parrilla alegando que no respondía a las expectativas ni a los requerimientos del encargo.
Tras un enfrentamiento con la dirección de la autonómica, Armengou pidió amparo al Colegio de Periodistas de Cataluña. ¿Y adivinan qué? Que se lo han negado.
Supongo que Armengou esperaba una breve nota de respaldo y de lamento por la decisión de la cadena. Ni siquiera creo que aspirara a que el comunicado utilizase la palabra censura. Un par de sobrios párrafos que salvaran la dignidad de todos. Pero no, el Colegio considera que es una cuestión de “disparidad de criterios”.
A mí me cuesta entender que una periodista con tantos años de trayectoria, que conoce TV3 como nadie y que ha firmado algunos de los trabajos más representativos del periodismo que hace esa cadena, tenga dificultades para interpretar los criterios de la empresa. Todos los que pasamos un tiempo trabajando en un medio sabemos interpretar cada movimiento de cejas de la dirección. Aquí, y en la China Popular, que diría Carod-Rovira.
El problema de Armengou es que ha llamado a los bomberos sin saber o sin querer enterarse de que el jefe de bomberos es también el jefe de los pirómanos.
Solo así puede explicarse que sean incapaces de dar la cara por alguien con una carrera tan sólida y veterana. Si ya ni los periodistas de la vieja escuela y de la talla de Armengou encuentran padrinazgo en ningún sitio, todos los demás nos podemos dar por bien jodidos.
Llevábamos mucho tiempo viendo a los bárbaros acampados en nuestra frontera y esperando su irrupción violenta. Pero esto se ha parecido más a la invasión de los ultracuerpos: un día nos hemos despertado y hemos descubierto que nuestros amigos y familiares han sido atacados por un virus extraterrestre, y debemos actuar como ellos si no queremos delatarnos.
Y todavía hay quien me pregunta por qué no pertenezco a ninguna asociación de periodistas.
Hala, y ahora sí que sí: me voy de vacaciones, amiguetes. Hasta la vuelta.