La invención de Hugo

Por Ixowa @ixowa

La Invención de Hugo nos cuenta la historia de un niño huérfano que vive escondido en una estación de tren de Paris arreglando los relojes y  robando lo que puede para sobrevivir. Martin Scorsese ha dirigido la adaptación de esta historia que, en un principio, no parecía tener nada que ver con el tipo de películas que suele realizar este director. De hecho, a mí me sorprendió ver una película que parecía ser un blockbuster familiar en 3D en manos de Scorsese, uno de los directores que más admiro.

Es cierto que Hugo tiene un tinte de fábula para toda la familia, pero no se queda en la superficie de lo que podría haber sido un simple producto bonito pero vacío, sino que es mucho más, es una declaración de amor al cine como la magia que nos hace soñar. Y cuando me di cuenta de esto supe porqué Scorsese había hecho una película que aparentemente no tenía nada que ver con su anterior filmografía: porque es un enamorado del cine y en esta historia encontró la forma perfecta para expresar el amor por un arte que, aunque en estos tiempos ha sufrido un daño tremendo por culpa de las ambiciones de los que ven en ello un simple negocio, sigue siendo aún una factoría de sueños y magia.

Aunque la intención es muy buena y la película está por encima de la mayoría de estrenos de estos días, no es tampoco una obra maestra, los actores más jóvenes no me convencieron del todo, sobre todo la niña, Chloë Moretz, no la acabé de ver del todo bien con su papel, nada que ver con lo bien que lo hizo en Kickass. Y es que me cuesta siempre ver una interpretación genuina cuando se trata de un niño actor, ya que suele ocurrir que caen en gestos manidos y actuaciones poco convincentes. Aquí, los dos niños no lo hacen mal del todo, aunque, como ya he dicho no me convencieron al 100%.

Pero esto último no es impedimento para disfrutar de una historia que va más allá del simple entretenimiento y que va dirigida especialmente para aquellos que amen el cine en todas sus formas.