Y la verdad es que no me esperaba lo que me encontré… De inicio la peli da la sensación de que es una película para niños. Hugo vive en una estación de tren parisina ocultándose del gendarme intepretado por Sacha Baron Cohen. Su padre, que era relojero pero murió hace poco tan sólo le dejó un pequeño autómata estropeado que encontró en un museo. Sin embargo Hugo piensa que si arregla el robot obtendrá un mensaje de su progenitor. Como he comentado, el inicio es un poco mezcla entre Amélie y la peli de la niña esa… Matilda.
Haciendo alarde de banda sonora parisina (identica a la de Ratatouille) y de muchos efectos en 3d, poco a poco te vas dando cuenta de que el robot no va a ser un ser megainteligente que cuando lo arreglen te llevará a un país mágico. El robot sólo sirve para introducirte en la historia de Georges Méliès, un ex-cineasta (real) que trabaja en una humilde juguetería de la estación. Tras un encontronazo con Hugo, poco a poco nos vamos introduciendo en una bonita historia sobre los primeros pasos del cine en el mundo.
Es difícil de explicar pero, por un lado no me parece una película que se merezca ser la más nominada de esta edición de los Oscar… Vale es una historia bonita para todos los públicos con final feliz, pero no se… Tampoco tiene un argumento que te haga pensar mucho ni nada… Por otro lado las dos horas que dura se pasaron volando. Tras un inicio un poco lento, nos sumergimos en un bonito cuento donde la verdad es que Hugo es el menos importante.
Así pues, he de decir que es un buen entretenimiento sin ser una obra maestra. Y puesto que lo he de decir, lo digo.