"La invención de Hugo Cabret" es una novela juvenil con una presentación formal muy original y llamativa. Ante todo, es una novela que homenajea al cine, en concreto a uno de los primeros cineastas, Georges Mèliés, quien desde el principio se enamoró del cinematógrafo creado por los hermanos Lumière. Construyó su propia cámara y lo dejó todo para hacer pruebas con ella. Realizó cientos de películas y creó la técnica de intercalar fotogramas para dar la misma impresión que los trucos de magia realizados en directo. Pintaba a mano los rollos de película para proyectar imágenes en color, y protagonizó escenas cargadas de fantasía que ya forman parte del imaginario mundial.
En la película de Scorsese que se basa en esta historia, "La invención de Hugo", son preciosas las imágenes en las que recrean esas escenas fantásticas y delirantes de las películas de Mèliés, en una vuelta de tuerca cinematográfica divertida y tierna. Sirven para ilustrar los métodos caseros y toscos (pero efectivos) que se utilizaban para crear las ilusiones en la pantalla grande, cuando todavía no existían ninguno de los mecanismos actuales.
El libro es una mezcla de novela juvenil clásica y novela gráfica, puesto que el texto intercala multitud de imágenes (dibujos hechos a lápiz, obra del propio Brian Selznick) que en algunos momentos sustituyen al texto, creando secuencias de imágenes que son escenas completas sin texto. También aparecen entre las páginas escenas reales de películas clásicas. Por todo ello, parece que el libro fue escrito con la esperanza, o con el sueño, de ser filmado alguna vez. Al menos, ese formato, añadido a la historia que cuenta, favorece aún más la idea de homenaje al cine que comentaba al principio.
Al pasar las páginas, las imágenes se ponen en movimiento, y las escenas se imaginan con efectos especiales. No es de extrañar que Scorsese haya querido cambiar tan bruscamente de registro para homenajear a su medio de una forma tan bonita: ya desde las primeras páginas del libro el lector se sitúa dentro de la sala oscura de un cine, sentado en la butaca y con el proyector empezando a funcionar: es una historia perfecta para mostrar al público su profundo amor hacia el cine.