Los castellano parlantes y lectores en la lengua de Cervnates estamos de enhorabuena ante una preocupación tan interesante como la de trabajar sobre los orígenes de la propia masonería moderna, la cual ha ido pasando de los masonólogos universitarios (profano o masones) al seno interno de la masonería actual, y que hoy nos muestra Dévrig Mólles, con su libro: La Invención de la masonería.En general, tales preocupaciones filosóficas e historicistas se habían generado hace ya tiempo en el seno de la llamada Escuela Auténtica, desarrollada en Inglaterra por autores masones, inscritos paradójicamente en el seno de la Gran Logia Unida de Inglaterra (GLUI) como fueron: R.F. Goul; Ch.Crawley; D.M Lyon; Knoop y Jones; o N. S. Hurty Siwell, etc) trabajos que tuvieron su repercusión en el Continente a través de los trabajos de varios historiadores franceses como: G. Jouaust. E. Rebod; Lantonie, Daruty, los cuales dieron pie a la conformación de una Escuela Auténtica en general de carácter hexagonal, conformada por historiadores como Pierre Chevallier y Alain le Bihan, Etienne Gout, o René Guilly, cerrando en parte esa cadena, tendríamos a P.Langlet y Roger Dachez, este último será quien en su libro L´Inventión de la Franc-maçonnerie. Des operatifs aux speculatifs, marcará un antes y un después con dicha publicación. En esta consideración de ir planteando nuevos paradigmas en el seno de la masonería, se inserta la labor de Dévrig Molles, francmasón e historiador, que abre toda una la labor de dar a conocer los paradigmas históricos que se han ido investigando y desarrollando en el seno de la amplia labor de profundización que se ha ido articulando acera de la Escuela Auténtica, y de la cual que Dévrig es un buen deudor y divulgador tanto en los ámbitos profanos como masónicos, dada la decadencia cultural sufrida por las masonerías argentinas, que yo extendería al resto del continente sudamericano,y también a la masonería española. Fruto de esa necesidad que Dévrig venía mostrando hace ya tiempo con la publicación de artículos y ponencias, se materializa ahora a través de este libro cuyo titulo La invención de la masonería. Revolución Cultural: religión, ciencia y exilios, bien pudiera dar lugar a equivocaciones ó confusiones con otro editado su momento en Francia por un gran referente del estudio masónico, como es Roger Dachez, del cual ya he hablado. Dévrig Mollés, es un doctor en historia, formado en parte en el universo continental, pues realizó sus estudios en la Universidad de Estrasburgo, su tesis fue: Triangle atlantique et triangle latin : l'Amérique latine et le système-monde maçonnique (1717-1921) : éléments pour une histoire des options publiques internationales.
Es Maestro en Historia y Ciencias Sociales por la Universidad de Haut Bretagne (Rennes II) Francia, y ha colaborado en varias universidades y organismo docentes, (México, Brasil, etc,) o sea que tiene un largo currículo , al que hay que unir el hecho masónico, en cuyo ámbito desempeña el cargo de director científico del Archivo de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, donde milita desde ya hace un tiempo.
El libro, como dice su prologuista: Nicolás Orlando Breglia, a la sazón Gran Maestre de la Gran Logia Argentina, no arranca con un “erase una vez “ sino muy al contrario, pues se inserta en elñ gran objetivo como es despertar el espíritu crítico del lector, sea este masón o profano, y lo hace con la sana intención no de polemizar, sino de ir segando la broza que puebla nuestra historiografía masónica llena de tópicos, en la que unos y otros nos han ido instalando, unos por acción y otros por omisión. Las nuevas generaciones quieren dejar de lado, o lo intentan, los tópicos al uso sobre los orígenes y desarrollos masónicos llenos de folclorismo mítico medievales, abandonando a su vez, la historiografía positivista que tanto furor ha hecho en las universidades españolas y los masonólogos al uso en cuanto al hecho masónico, que en muchos casos no pasan de los documentos generados por los servicios especiales de la represión franquista contra la masonería, sitos en Salamanca para acercarse a esta complejidad que es la masonería. No es un tarea fácil, ir desfaciendo entuertos en torno a la masonería, pues andar moviendo lo linderos de los mitos fundadores y las múltiples leyendas con larga tradición en el hecho masónico, es ir pisando juanetes por doquier, no es que Dévrig Mollés se saque de la chistera nuevos marcos referenciales al respecto, muy al contrario su obra es un trabajo de divulgación basado en la recopilación, clasificación y sistemización de la información desmitificadora ya generada por otros estudiosos, para que el público masón o profano, vaya situando el hecho masónico en otras constelaciones menos fantasiosas a lo que viene siendo habitual. Su posición me es conocida, como ya he dicho, a través de los textos franceses que frecuento, y por cuyo motivo le estoy doblemente agradecido, por el envío de su libro y por el hecho de contar en castellano con una obra que recoge toda esta compleja trama en cuanto a la compilación de trabajos desmitificadores que ya llevamos años poniendo en conocimiento de los interesados, [creo que cada vez menos dados los índices de lectura tan bajos que se registran], en base a traducciones, reseñas de publicaciones o reinterpretaciones. En su libro habla Mollés del papel jugado por las famosas Constituciones de Anderson como texto fundador, y lo pondera como un libro en cierta forma transgresor, que tras las modificaciones y sus respectivas impresiones en 1734 por B. Franklin, fue un texto que pese a ser reconsiderado hoy como la piedra angular de la masonería masónica, este pasó desapercibido para casi todas las masonerías, e indica en el libro el autor, que dichas Constituciones fueron puestas en valor por la derecha católica durante 1930 por Monseñor Jouin, editor de la Revue Internationale des Societes Secretes.
A la vez que estas Constituciones fueron publicadas y comentadas en fl francmasón francés de honda raigambre anglosajonas como Maurice Paillard, que abordó sus traducción y “anotación crítica” primeramente en 1938 y luego en 1952, y a través - nos dice Mollés- que los latinoeuropeos descubrirán el texto fundador. Esta presencia de las Constituciones que marca todo el libro de Dévrig Mólles, es lo que en parte estoy en desacuerdo, y así se lo manifesté y tuvimos nuestros debates, pues parte de ese redescubrimiento vendrá de la mano de los debates internos que se suscitarán en el seno del GOdF con relación a sus postulados a cerca del laicismo y la mixtidad de 1877 y en cuyo contexto habrá un resurgimiento del citado texto andersoniano que será cada vez más fuerte, e incluso llegará a los entornos últimos del resurgimiento de las Ordenes de Sabiduría del Rito Francés, a la hora de defender la tesis laicistas y a la apertura al mundo de la masonería.. De esta manera Devrig Mollés va insertando en su texto referencias con capitulos dedicados a los “orígenes antiguos”, confrontando estos con textos, aunque a mí personal juicio vuelvo a incidir en que las Constituciones de Anderson, no inventaron nada, sino que tal construcción bebe de las fuentes al uso en esos momentos. Es más si confrontamos los diversos textos de los Antiguos Deberes con las Constituciones, mal llamadas de Aderson veremos que las diferencias de raíz no son tan notables como pudiera parecernos, de hecho los “antiguos” no parece que se hubieran sentido incómodos con las citadas Constituciones de Anderson, aunque no es menos cierto, que esos momentos jugaron un papel menor a modo de cronicón de una bella fundación, que no aportaron a la masonería un neopasado antiguo, sino que conformaron algo que ya estaba en el fermento social. Aunque en su refuerzo y auxilio sin que el Caballero Ransay tuvo bastante que ver , fortificando el imaginario colectivo - acerca- de una nueva neotradición caballeresca, que despertará todo un gusto por el desarrollo de los más peregrinos grados neo-caballerescos en masonería. Y así página tras página, Dévrig Mollés va consolidando la tesis de una masonería inventada, no solo al hilo de sus propios descubrimientos y desarrollos conceptuales de los cuales bebe, y no lo niega, sino que lo plasma en las referencias bibliográficas que va insertando en los pies de página. En definitiva estamos ante un texto divulgativo acerca de las teoría al uso entre los partidarios de la Escuela Auténtica, en un intento de poner razón a la fe en tanto al poblado mundo de la míticas que poco tiene que ver con una “masonería ideológica” como parafrasea Devrig Mólles, que no lo es tanto en tanto que se busca el “poder reunir los disperso” bajo un paraguas tan poco ideológico como el “Centro de Unión, luego veremos que a medida que avancemos en el texto esa búsqueda, y conociendo como vamos conociendo el nacimiento de la sociedad civil moderna en la cual se inserta la masonería, no de Anderson y sus retornos y querencias a los Antiguos Deberes, sino a una nueva concepción que va enraizarse de la mano de Desaguliers, verdadero arquitecto jefe de una nueva apuesta, que pasaría con el tiempo del Centro de Unión a la Unidad de Valores en la cual se insertan una serie de nuevas masonerías. Llama la atención, al menos para un lector medio, el que la Gran Logia Argentina, esté presente al menos de la mano del prologuista como su Gran Maestre, en un texto de esta naturaleza, ya que se supone que debiera estar a miles de kilómetros de distancia de textos de esta naturaleza, y se supone son refractarios a estas tesis. Aunque no es menos cierto que la limazón que se ha ido dando con temas de este calado, por ejemplo con proyectos como el blog de la Imprenta de Benjamín, por el Hermano Saúl Apolinaire, incardinado en el GLA, han debido haciendo más permeable a la organización y a los Hermanos ante las tesis, no tan nuevas, pero si vueltas a traer pro apuestas como las de Dévrig Mólles. En fin, el texto que ha llegado hasta mi gabinete por la amabilidad de su autor: Dévrig Mólles es la plasmación de una búsqueda dentro de los contextos universitarios y masónicos, y en un intrincado interés por acercar a los propios masones a una realidad que se les antoja como extraña, más conformes a los floripondios míticos de cantería que permite ir dando tumbos por iglesias y catedrales buscando las huellas de una “masonería” que nada tiene que ver con al mitica fundadora de 1717. Por tanto felicidades a Dévrig por su trabajo, al cual desde aquí ya le demandamos una nueva entrega continuadora de esta saga de escritos que ha comenzado a publicar y que a buen seguro que son todo un marasmo generador de inquietudes entre las nuevas generaciones de masones. Victor Guerra