Seamos sinceros, la tercera vía de Duran i Lleida, simplemente está muerta. Ni más ni menos que las de los federalistas (en caso de que existan) de Pere Navarro. Y si está muerta, no es porque los catalanes estemos en contra por una radicalización nacionalista de las posiciones, ni por un odio profundo a todo lo español. No. La tercera opción está muerta porque no hay nadie que recoja el testigo más allá de las fronteras catalanas, y para federarte o confederarte necesitas tener, obligatoriamente, alguien con quien hacerlo. Y... ¿cómo lo vas a hacer si quién pudiera hacerlo, simplemente no entiende de lo que estás hablando? Imposible.
Desde más allá del Ebro, las proposiciones de Duran i Lleida y Navarro se ven, sencillamente como ideas de bombero sin ton ni son. De primeras porque la tradición castellana desde tiempos de la reconquista es una monarquía de ordeno y mando, por lo que cualquier parlamentarismo que signifique una visión diferente a esta monolítica interpretación de la política, simplemente no se comprende. De segundas porque si el pueblo -debida a esta tradición secular de quién manda, manda- tiene serias dificultades para entender lo que es un estado republicano... ¿no va a tenerlas para entender el concepto de "federación"? Del concepto de "confederación", mejor ya ni hablar.
Es debido a este enroque en unas posiciones tan retrógradas que sólo les permite ver el negro y el blanco, que presentar el gris como opción viable es simplemente perder el tiempo. Ni más ni menos como ha sido durante el último siglo. Aunque, claro, si recordamos que ya antes de la Guerra de Sucesión, Felipe V encarceló a los representantes políticos de los catalanes cuando, ejerciendo las faenas de su cargo, elevaron legal y pacíficamente una protesta colectiva a "su" rey, comprenderemos entonces la diferente visión de lo que es la política para unos y para los otros. Diferencia de visión que se arrastra desde entonces con una herida que las guerras y el paso del tiempo no han llegado jamás a cicatrizar.
En definitiva, que desde Catalunya se puede llegar a aceptar cualquier vía intermedia alternativa, al fin y al cabo, la democracia es igualdad, debate, pacto y libertad de elección. Pero cuando desde el aparato de poder estatal no se entienden ni comparten estas sencillas reglas, no cabe posibilidad de medias tintas, ni terceras vías por que, sencillamente, no se comprenden a ningún nivel.
O blanco o negro; o buenos o malos; o crisis o esperanza; o independencia o sumisión; o estar o no estar... si no se puede llegar a una negociación intermedia, no hay tercera vía que valga: la única salida digna, guste o no, es la independencia.
Incomprendidos e inviables