Es paradójico utilizar la palabra «invisibilidad» cuando sabemos que por las características de la patología, estos niños son todo menos invisibles. Sin embargo, luego de tantos avances, luego de lograr que podamos hablar sin temor sobre el autismo, aún vivimos situaciones en donde estos niños son vistos como «disruptivos» , niños con «mala conducta», que reaccionan de cierta manera por «caprichosos» entre otras características que no describen la realidad que viven estas personas. Por eso hablo de invisibilidad, son invisibles a nuestra comprensión, a nuestra tolerancia a lo «diferente», a lo que va más allá de nuestra comodidad. Porque si… un niño que grita y muestra angustia y frustración ante ciertos sonidos, imágenes y hasta estímulos táctiles nos pone incómodos, nerviosos, y en lugar de aprender sobre él elijo alejarme, mirarlo de costado, generar ese mismo rechazo en otros niños que tampoco se le quieren acercar.
El autismo es una realidad compleja, inmersa en la singularidad de cada sujeto que la sufre. Sus características no son los síntomas de una gripe, que es igual para todo el que la padece. El autismo toma la forma de la subjetividad de cada persona, con características particulares. No todos los niños con autismo son apáticos, no todos evitan el cariño, no todos son callados.
Este año me tocó conocer y trabajar con un niño al que llamaré Dario. Dario es un chico muy cariñoso, verborragico cuando lo elije (en especial hablando de sus dibujos y juegos favoritos) , es un niño que simboliza la angustia no pudiendo explicarla con palabras, sino expresándose mediante conductas disruptivas (arrojando objetos, llorando, gritando) , su maestra era una de estas personas que mencionaba anteriormente; decía que él no hacía nada porque no quería, que era incapaz de aprender, que era caprichoso, etc.
Lidiar con la injusticia de la mirada de los adultos me fue más difícil que trabajar con las particularidades de Dario. Teníamos días buenos y otros no tanto, pero el vínculo que generamos a pesar de esas inconsistencias, fue lo que permitió que él avance en su aprender. Dario no leía, ni escribía, no sumaba y no restaba… finaliza el año comenzando a escribir y a leer, y sumando y restando sin ninguna dificultad.
No hice magia con Darío, ni soy mejor profesional que la docente, considero que la empatía y el vínculo formado con él lograron que pudiera aprender. Porque yo creía firmemente que él podía, y él lo sabía.
Por eso… invisibilizar el autismo( y cualquier otra discapacidad o necesidad educativa especial) es la ignorancia y la poca apertura a escuchar y mirar a los ojos al que es diferente, al que necesita otros soportes para aprender lo mismo que todos, es no poder dejar de lado lo que yo como adulto espero, para dejarme sorprender por la riqueza que puede brindarme ese ser.