Las empresas nos han explotado, los bancos se han enriquecido sin miramientos a nuestra costa, todos han ganado y nosotros hemos perdido. Los que empezaban a trabajar en época de bonanza no se beneficiaron del reparto de bonus, primas o ascensos, pero luego pusieron el culo cuando las crisis reventó en la cara de los poderosos. Ahora, sin futuro real, han levantado la voz, han decidido que ha llegado la hora de levantarse. Aunque haya desalojos, porrazos, aunque no sirva para nada, la verdad, es que sirve para mucho. La generación nacida tras el franquismo, la generación que nunca luchó por nada, ha comenzado su primera gran batalla, una lucha por sus derechos, por su futuro.
Además de todo esto, resulta lamentable la cobertura mediática que están teniendo estas convocatorias. Como siempre. Y mucho más lamentable, que un movimiento que ha surgido propugnado por colectivos que llevan hartos mucho tiempo y que nada tienen que ver con símbolos políticos de ningún tipo, tienda a politizarse en boca de ellos y tiendan a utilizarlo para desprestigiar al otro. Porque en esto se basa y se lleva basando la política de este país desde hace mucho tiempo. En poner a parir al opositor, pasar la pelota de un lado a otro, como si de un partido de tenis se tratase. Esto no funciona. Lleva tiempo habiendo descontento. Se veía venir. Pero ahora ese futuro que veíamos de lejos se ha convertido en el presente. Estamos jodidos. Y no queda otra.
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