Solo tengo treinta y seis años, pero cada vez me cuesta más comprender algunos aspectos del mundo en el que vivo.
Terry Jones es un pastor de la América profunda. La semana pasada era un don Nadie de escasa feligresía. Ha tenido una idea genial, que siempre da resultado en los tiempos que corren: difundir lo más ampliamente posible su intención de quemar una pila de Coranes aprovechando el aniversario del 11 de septiembre, con la excusa de oponerse mediante esta acción a la construcción de una mezquita cerca de la zona cero de Nueva York.
Como es lógico, esta noticia imbécil ha corrido como la pólvora y se ha convertido en el mayor quebradero de cabeza para los líderes del mundo. Piénselo bien: un iluminado salido no se sabe de donde, al que se le ocurre quemar unos libros que son sagrados para otra religión ha puesto de rodillas al presidente de la nación más poderosa de la tierra, a la Unión Europea y a distintos líderes espirituales, que quiérase o no, ven en esta tesitura una oportunidad de hacer publicidad para sus distintas causas. Todos ellos se dirigen respetuosamente al pastor para que no lleve a cabo sus amenazas. El pastor no acaba de creérselo. Ni en sus mejores sueños hubiera podido imaginar algo así. Anoche parece que el señor Jones se acostó con intención de perdonarnos la vida, pero esta mañana debía sentirse de nuevo encendido, porque renovó sus amenazas, puesto que se sintió traicionado por no se quien, que le había asegurado que finalmente no se construiría la dichosa mezquita, desmintiéndose esto horas después.
No sé que posición tiene ahora este individuo, y no debería importarnos. Sé que es pedir demasiado pero ¿no sería más fácil ignorar a este demente? Ya es tarde, la noticia resultaba demasiado tentadora para los medios de comunicación, ávidos de historias impactantes, que apelan directamente al corazón: intolerancia religiosa en el corazón de América, una mezquita en el corazón de la zona cero, indignación en el corazón del islam, renovadas amenazas de atentados terroristas en el corazón de occidente...
En todo caso no creo que todo esto enfurezca más a Al Queda, ni le haga reclutar nuevos miembros, al menos teniendo en cuenta que las guerras de Afganistan e Irak son argumentos bien contundentes para su lucha. Esto de ahora no es más que una campaña de publicidad de unos y otros, los intolerantes de uno y otro bando. En medio queda la mayoría, los que nada quieren saber de intolerancia religiosa, pero que siente un morbo especial ante este tipo de sucesos. Al final estos acaban siendo las víctimas.