La isla de Murano

Por Vagabond

A un kilómetro de navegación de Venecia se encuentra la Isla de Murano, un sitio encantador también conocido como la 'Isla de los fuegos' debido a la innumerable cantidad de hornos que allí se establecieron. De hecho, aún hoy los hornos siguen encendidos para alimentar la producción artesanal del vidrio, una tradición que ha pasado viva de generación en generación. Así, el vidrio de Murano, debido a su composición y a la forma de trabajarlo, alcanzó en poco tiempo una fama que aún hoy es difícil de igualar.

Para llegar a Murano se aconseja desembarcar en la primera parada, denominada 'murano colonna' y justo a la derecha encontrarán la calle 'Fondamenta dei vetrai'. En este espacio se erigen numerosos negocios que ofrecen la posibilidad de comprar el vidrio trabajado de las formas más creativas que puedas imaginar. Eso sí, si decides comprar alguna de estas joyas, asegúrate de que posean el certificado de marca de origen.

También es posible asistir a la creación de estas obras de arte, verdaderas exhibiciones de maestría donde se puede ver cómo el cristal se alarga y deforma cual si fuera plastilina. Vale aclarar que muchos de estos 'espectáculos' se realizan en los meses de invierno ya que las altas temperaturas de los hornos son difíciles de soportar en verano.

Al final de esta calle hallarás la Iglesia de San Pedro Mártir. Construída en el año 1348, posteriormente un incendio la destruyó y se volvió a edificar siguiendo los lineamientos góticos. Al traspasar su umbral podrás apreciar pinturas de Tintoretto y Bellini (la entrada es gratuita).
Dejando atrás la iglesia hallaremos el Gran Canal de Murano, que divide la isla en dos partes. Cruzando el puente Vivarini deberás tomar a la derecha para llegar al Museo del Vidrio, situado en el Palacio Giustiniani. Aquí el precio de la entrada es de 8 euros pero bien vale la pena. Podrás apreciar deliciosas obras de arte que datan del siglo XV caracterizadas por su colorido y su elegancia. No obstante, más allá de la colección (que atesora más de 5.000 objetos), el propio museo es un descubrimiento que te quitará el aliento. Su lámpara central de 60 brazos es una de las joyas más preciadas que en el año 1864 fue premiada con la medalla de oro en la Exposición de Vidrio de Murano.

Si continuas el paseo por el canal llegarás a Campo San Donato, donde se encuentra la Iglesia de Santa María y San Donato, un extraordinario ejemplo de la arquitectura véneto-bizantina. Si traspasas su umbral encontrarás uno de los pisos más antiguos de Venecia que aún hoy refulge con el color de sus mosaicos.

La ruta puede continuar hasta el Puente de San Donato y la calle Fondamenta Navagero. Esta calle toma su nombre de un erudito humanista cuyos jardines dieron la bienvenida a una serie de plantas y flores exóticas que se convirtieron en la primera colección botánica de Europa. Obviamente, este sitio tan encantador y sui generis llamaba la atención de los nobles de la época que se reunían allí para conversar o leer novelas. Desde aquí mismo podrás tomar el ferry de regreso a Venecia, para ese entonces las casas coloridas y el ambiente de la isla ya te habrá robado el corazón.