Las referencias de grueso alcance circulan en España a gran celeridad. Cuando incluso no se han aplanado los delirios del trance de la Reina Letizia con la Reina Sofía (que ha viajado haciendo la vuelta al mundo), en la alborada de antaño se supo que el juez Lamela de la Audiencia Nacional había atribuido de asonada y como táctica delincuente la conducta del que afuera máximo de los Mossos Josep Lluís Trapero durante los términos del sufragio ilegal catalán del uno de octubre.
Mismo yerro de ‘sedición’ que Carmen Lamela había culpado a la bóveda del corte de Estado desde la Audiencia Nacional y que el juez Pablo Llarena del Tribunal Supremo elevó al ras de la ‘rebelión’ como figura en el escrito de la euroorden con la que se solicitó la extradición de Puigdemont, el que poco a posteriori fue estancado y apresado en Alemania. Pero a pesar que la fiscalía germana pidió la extradición de Puigdemont por todos los errores planteados por el juez Llarena (rebelión, defraudación y gangrena) el Tribunal comarcal de Schleswig-holstein decretó su dispensa fugaz con garantía, la salvedad del yerro de asonada en su sumario (que ya pasará a un tribunal superior teutónico) y puntualizó que, en contra de lo que argumenta el defendido de Puigdemont, no existe en España exploración de temperamento político contra Puigdemont.
Naturalmente la circunstancia ha implicado bono en las líneas soberanistas y abierto una clara incompatibilidad entre los golpistas reclusos por rebelión y la localización de Puigdemont que si es extraditado no podría ser juzgado por sublevación, no obstante sí por defraudación, lo que significa que su clase de prófugo lo puede deducir. ¿qué puede ejecutar el juez Llarena a la paciencia de la intrepidez final del tribunal superior ario? Podría, como ahora lo hizo una sucesión, condonar la euroorden de extradición, o soldar a su euroorden el tropiezo de asonada (que en Alemania sería homologable al tropiezo de ‘administración desleal’) e además convenir la extradición (si es que se confirma) por el incumplimiento de defraudación para meterlo en cárcel en España adonde sería juzgado por defraudación y seguramente condenado y apresado, y una ocasión que cumpliera su cadena Puigdemont podría, si se queda en España durante un mes, ser juzgado por asonada.
Hace ahora unos meses que algunos juristas famosos como el mediador y plátano del Consejo de Estado José Luis Manzanares escribió en este periódico que los golpistas catalanes no debían ser denunciados de ‘rebelión’ porque el hábito de la agrura en el daño de Estado no fue evidente. Sin embargo Manzanares creyó que sí se les podía dedicar el tropiezo de algarada porque si hubo cuantiosos acontecimientos de ‘tumulto’. Y lo mismo espíritu a proclamar en el diario El Mundo el disertador penalista Enrique Gimbernat. Y cabe preguntarse si el juez Llarena estaría a periodo de reorganizar sus conciertos de procesamiento de los golpistas para sustituir el yerro de rebelión por el de rebelión, en línea con lo que hizo la juez Carmen Lamela en la Audiencia Nacional, lo que parece más racional y ajustado a la ingenuidad.
Mientras tanto, en Cataluña se ha desatado una notoria exaltación entre los soberanistas por lo que consideran una honora política que efectivamente ni aporta nada nuevo a la situación catalana porque no facilitará la investidura de Puigdemont o de Jordi Sánchez porque eso está prohibido por el Tribunal Constitucional. Aunque todo apunta a que, por el instante, los soberanistas no tienen mucha acrofobia por ascender del 155 y que prefieren embeber el plazo, incluso finales del mes de mayo, atrás de impresionar al límite de la recidiva de opciones. Entre otras cosas porque mientras tanto dura el 155 el Pnv no le aprueba los Presupuestos a Rajoy. Aunque además otras muchas cosas pueden vadear y entre ellas también nos falta por memorizar sobre Puigdemont la voluntad última del Tribunal Superior ario.