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Todo el mundo sabe que El Parque del Retiro guarda muchísimas cosas en su interior. Un estanque, mil paseos, al menos cien tristezas, unas cuantas historias de amor, un Palacio de Cristal…. Aunque también hay, ya menos gente va conociendo lo que ha tenido pera ya desapareció de sus terrenos. Como por ejemplo, un Palacio, del que aún se conserva la parte que se dedicaba a los bailes, El Casón del Buen Retiro. Qué otra cosa podía haber sobrevivido en Madrid a la furia de los gabachos que algo dedicado a divertirse…. También albergaba una Casa de Fieras. Y por tener, hasta tuvo…. una ITV.
Aunque en realidad, no se llamaba así. El nuestro es un tiempo de siglas, pero en abril de 1935, un tiempo donde los números de teléfono tenían 5 cifras y las revistas costaban 10 ptas, las cosas se llamaban a lo largo. Estación Comprobadora de Frenos, Faros y Dirección, se llamaba. Estaba situada en uno de los paseos que confluían a la Glorieta del Angel Caído. Debía ser por aquello de que el automóvil aún les parecía a muchos un invento del diablo. Y eso que el Parque tuvo bastante relación con los vehículos a motor. Después de la guerra, y hasta mediados de los 60, tuvieron incluso lugar en él carreras de coches y motos, en un circuito que se protegía con simples balas de paja y que tenía una longitud de 3,5 km. También se hacian “Concursos de elegancia” en los años 30, que venían a ser como la Pasarela Cibeles, pero en automóvil, donde los fabricantes hacían lucir sus modelos a lo largo del Paseo de Coches conducidos por señoritas vestidas como si fueran a desfilar en la susodicha, versión años 30, claro…. todo esto tenía sentido en una época en la cual se publicaban en las revistas los nombres y direcciones de los propietarios de los coches que se matriculaban em Madrid.
El caso es que la Estación Comprobadora de El Retiro fue la primera Inspección Técnica de Vehículos de Madrid, y que su apertura fue todo un acontecimiento: la inauguró el Alcalde de la ciudad por aquel entonces, Salazar Alonso, prueba irrefutable de que en algunas cosas los tiempos no cambian, como es la querencia a cortar bandas varias con tijeras, aunque no me veo ahora a Gallardón inagurando ITVs. Por cierto, el amigo Salazar tuvo que salir echando piernas de la alcaldía por estar implicado en el asunto del estraperlo. A la Estación de El Retiro debían acudir todos los coches de nueva matriculación, y especialmente los Taxis, a quienes a partir de ese momento se le podía pedir la tarjeta con el comprobante.
Así andaba Madrid por aquellos años previos a la pesadilla, rondando entre el pasado y el futuro. Entre los coches instrumentos del diablo cerca del Angel Caído y los burros, asnos y caballos de toda la vida. Pero tantos unos como otros eran presa de la burocracía, tan antigua como la ciudad. En febrero de 1935 se publicaba una ley por la cual tanto los modernos vehículos de motor como cualquier cabeza de ganado dedicado al transporte (¡incluso las bicicletas!) debían ser registrado en la tenencia de Alcaldía, bajo la amenaza de sanción, que podía llegar a la cantidad de 500 ptas.
Aunque bien visto, quizás no fuera mala idea que todos los burros y asnos que pululan por este Madrid del siglo XXI fueran registrados en el Ayuntamiento. Y que los comprobaran en El Retiro, cerquita del Diablo.
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